23 octubre, 2007

¿Qué les parece a los lectores de El País el nuevo El País?

El rediseño del diario que ya no depende de las mañanas ha sido uno de los acontecimientos periodísticos del año, qué digo del año: del siglo o el milenio. Tras meses de rumores y de buscar desesperadamente los perfiles de los anhelos llegó el tan ansiado día este domingo y la opinión que más he escuchado se puede resumir, más o menos, en la frase ¡pues no era para tanto!.

También esa era mi impresión, pero como no soy especialista en la materia (sólo soy un "probe" periodista global en español) estaba esperando algún tipo de iluminación que me hiciera comprender las delicias de la nueva forma de hacer periódicos que por mi mismo no he podido asimilar. Comprenderán por tanto que al descubrirlo esta mañana me he lanzado sobre el artículo al respecto de la directora de elpais.com, Lydia Aguirre.

La verdad es que tampoco en el artículo de Lydia he encontrado esas claves que me digan que el cambio en el diario de Prisa no es un mero rediseño sino un megaproyecto de transcendencia global (en castellano). El texto en cuestión nos habla, por ejemplo, de la integración en la edición on line de contenidos multimedia provenientes "del papel" y las llamadas de uno a otro formato, algo que modestamente viene haciendo 20minutos desde hace bastante tiempo así que ese "paso importantísimo en la interacción entre la edición impresa y la digital" no me ha parecido tan revolucionario.

Pero lo más interesante del artículo está en los comentarios, en los que con buen sentido Lydia anima a los lectores a expresar su opinión sobre el cambio y, por lo que he podido ver (obviamente no me he leído los 234 comentarios que tenía ya el artículo cuando redacto esta nota), la decepción era lo más generalizado, una decepción fruto más que nada de la desaforada campaña de marketing que ha precedido al cambio, como acertadamente explicaba un lector que firmaba como Raúl:

EL PERIÓDICO NO ESTUVO A LA ALTURA DEL MARKETING. Vamos, que los tan cacareados cambios no eran para tanto y, en algunos casos, creo, pecan de conservadores. El suplemento habrá ganado en una caja más vacía, con más blanco, pero ha perdido en fuerza visual; el periódico habrá conseguido una tipografía más robusta y fácil de leer, pero pierde en número de noticias locales, o al menos este domingo.
La profunda renovación se da en los contenidos, y ahí no observo grandes diferencias. El lavado de cara es eso, superficial, y, si me apuran, hasta diría que muy conservador. Lo mejor de EL PAÍS es la calidad de sus artículos, por elitistas que a veces sean. Esperemos que no sacrifiquen esta característica bajo el pretexto de aumentar los beneficios.
Incluso algunos lectores afirmaban que les ha gustado el cambio (he de decir que a mí me parece un buen rediseño), pero señalaban de que no había cumplido con las altas expectativas creadas. Así, Nuría decía:
Sinceramente, me ha gustado, aunque a decir verdad me esperaba algo más espectacular. No ha cambiado mucho, pero lo poco ha sido para mucho mejor.
Por supuesto, también hay lectores que se muestran entusiasmados, como jjose:
No sé por donde empezar, quizás lo más significativo es que ayer domingo me leí El País de cabo a rabo, con deleite. Casi con pasión. Creo que hay un acierto general. Me gusta que siga empezando por internacional y que se siga de la sección de España y lo económico, hasta la opinión. Confieso que, al principio me ha desorientado no encontrar los editoriales hasta un poco más tarde, pero bien. Me ha gustado la tipografía, los títulos, las fotos más panorámicas, las nuevas secciones me han gustado mucho.
Pero creo que ni miento ni exagero cuando describo el sentimiento generalizado como bastante más cercano a la decepción y a una crítica en ocasiones bastante severa (y acertada) como la del léctor que firma como Quico López (las negritas son mías):
Me parece un cambio más bien cosmético. Cambiar la cabecera del periódico es algo importante, pero El País no es un periódico global, sino nacional que informa del mundo. En cuanto a lo del reloj, una muestra de falta de coherencia: en un número dedicado a la Tierra, al reciclaje y a no comprar cosas innecesarias, nos dan a todos un reloj mal hecho y sin pilas que va a acabar en la basura.
Quico esperaba que los cambios fuesen más profundos a largo plazo y algo de eso nos anuncia Lydia en el último párrafo de su artículo:
El domingo no llegamos a la meta, sino que echamos a andar por un nuevo camino que afrontamos con ilusión, con ganas y con la tranquilidad que te da saber que cuentas con los mejores profesionales.
Esperemos que el resto del camino lo recorran con la modestia que creo les ha faltado en esta primera etapa.

PD.: ¡Este blog también ha cambiado de cabecera! :-D

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te felicito por el cambio, Carmelo. Medido y ajustado, como debiera ser.
A mí, directamente, me echa pa'trás el nuevo diseño. Igual que el de La Vanguardia, creo que desaprovecha los hallazgos anteriores para caer en un diseño soso, sin personalidad y genérico. La sobriedad de los viejos artículos de opinión, con abundancia de texto y sin esa manía de poner el careto del articulista (cómo si me importará verle la cara, en vez de lo que dice: pena de espacio) le daba un aire de seriedad y vamos-al-grano-que-es-lo-que-importa que ahora se ha perdido en esta burda imitación del estiloque inauguró hace unos años El Periódico y que poco a poco han ido siguiendo todos. Comentaba con un amigo que estaba ya harto de tanto diario visual, cuando yo pogao un euro para leer texto, no para ver monigotes. Me replicaba que el único periódico de los de antes que quedaba era el ABC –y aún ese creo que tampoco es lo mismo, desde que descubrieron la fotografía–, lástima de línea editorial, porque era una muestra de periódico extenso, con muchas páginas, firmas y artículos, como deben ser los periódicos.
¿Cuándo habrá aquí un Times, o un Il Giotnale? ¿Cómo no se anima nadie a sacudir esto de verdad?

Libertariano dijo...

El gran cambio de El País, copiado como casi siempre del NYT, es que lo van a abrir en canal, es dcir gratuito, a partir de noviembre. La hemeroteca, ese es su gran tesoro, sobre todo por los primeros años.

En cuanto al lavado de cara es una mera copia de lo que otros llevan haciendo hace mucho. Por cierto, Máximo se ha caído, pero dónde ha recalado?

Enhorabuena a ti, periodista global )no hacía falta que lo dijeras)

Jorge Castrillejo dijo...

El país solo lo compran las AA.PP., y no lo leen ni los funcionarios.