06 febrero, 2004

Del desprecio del adversario

No sé muy bien porqué, pero tradicionalmente la izquierda tiene una forma curiosa de enfrentarse a sus adversarios políticos: despreciarlos. Más allá de que, lógicamente, no compartan sus opiniones o puntos de vista la actitud frente al rival es despreciar y minusvalorar.

El mejor ejemplo es como se trata a los presidentes de EEUU del partido republicano (claro, que en esto se nos junta el hambre de la política con las ganas de comer del antiamericanismo). Si creyésemos lo que nos dicen “la gente de la cultura” y buena parte de los medios de comunicación George W Bush estaría un punto por encima de la subnormalidad, como en su día lo estaba Reagan. Los dos han llegado llamativamente lejos a pesar de su evidente handicap, y al segundo parece que la historia le ha dado un poco de razón, ¿no?

Si no queremos irnos tan lejos, podemos ver como se trató en España a Aznar (más o menos hasta las elecciones del 2000) o como se habla todavía del “enanito del Pardo”.

El problema es que minusvalorar al rival es darle una buena ventaja. Mi juicio sobre gente como Hitler, Stalin o el propio Franco no es muy positivo, pero lo que no se me ocurre es pensar que son tontos y actuar en consecuencia, porque entonces estaré perdido.

¿Qué hace pensar a la izquierda que está tan por encima de sus rivales?

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