22 noviembre, 2012

Sobre liberales y sobre drogas

Hace unos días les dejé enlace a la primera parte de un texto sobre el panorama electoral del liberalismo en España, y prometí el enlace a la segunda, pero por motivos variados de agobio todavía no lo he hecho.

Cumpliendo la promesa, enlazo con este artículo que se publicó en Sesión de Control con el agudísimo título “Liberales: ¿dentro o fuera del PP?”. Les dejo también el principio del texto:


Analizando las opciones electorales del liberalismo se observa la paradoja de que, mientras para buena parte de la izquierda todo es “ultraliberal” o al menos “neoliberal”, los que se definen a sí mismos como liberales se ven como una minoría con décadas de trabajo por delante para lograr tener cierta influencia real.

En ese sentido, el adiós de Esperanza Aguirre parecía abrir una ventana de oportunidad para el advenimiento de un Partido Liberal: la lideresa madrileña, cuyos desencuentros con Mariano Rajoy son públicos y notorios, podía hacer el papel de una Rosa Díez de la derecha liberal.

Por otra parte, y aprovechando que les tengo por aquí, enlazaré también una columna que hemos publicado esta misma semana en Libertad Digital sobre las drogas y su estatus jurídico, sobre todo comentando lo que yo considero el gran fracaso de la prohibición de las drogas.

Les dejo también, cómo no, el arranque de este artículo:

El debate sobre la prohibición o la legalización de las drogas es una de las cuestiones de política práctica de nuestro tiempo en las que se mezclan posiciones ideológicas de calado. Curiosamente, pese a esos posicionamientos, la opinión al respecto está dividida incluso en los mismos ámbitos ideológicos. Así, hay partidarios tanto de la legalización como de la prohibición en el liberalismo, en la socialdemocracia y en el conservadurismo (bueno, aquí quizá no tanto). Es, además, uno de esos temas de los que se discute en todos los ambientes: en las universidades, en los centros de trabajo, en las barras de los bares... en todos los sitios, ya digo, salvo en el mundo de la política.

¡Que ustedes lo disfruten!


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19 noviembre, 2012

¿Un Partido Liberal en España?

Sesión de Control es una interesante página sobre política que ha puesto en marcha mi buen amigo Borja Ventura de la mano de un equipo de personas de lo más variado y secundado por otro primera espada como Daniel Tercero.

Este lunes se ha publicado mi segunda contribución a esta segunda época del proyecto, un artículo sobre algo que se lleva años discutiendo en espacios como Red Liberal y sobre lo que, me temo, seguiremos discutiendo bastante tiempo más: ¿es posible un Partido Liberal en España?.
 
Este es el principio de mi artículo:

El adiós de Rajoy y el PP al liberalismo político y la salida de Esperanza Aguirre hacen pensar a algunos que podría estar gestándose la creación de un Partido Liberal.  Aunque muy pocos españoles lo sepan, nuestro país es en buena medida cuna del liberalismo político tal y como se entiende hoy en día. 


Y lo es, al menos, por dos razones: la primera, por llamada Escuela de Salamanca que creó, en el S.XVII, la base de buena parte de la teoría económica clásica posterior.

Para seguir leyendo, si es que mis ideas al respecto les interesan un poquito, lo mejor es que vayan a Sesión de Control. Por cierto, si los hados interneteros no lo impiden mañana habrá una segunda parte todavía más apasionante, así que permanezcan atentos a sus pantallas.

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11 enero, 2012

¡Qué justos son los impuestos progresivos!

El gobierno de Rajoy se ha estrenado con una buena subida de impuestos y para consolarse(nos) trata de convencernos(se) de que es "muy justa porque es muy progresiva". El propio Presidente, en su entrevista con su empleado de este martes nos explicaba lo progresiva que es esta subida. Lean, Lean:

"Por poner un ejemplo: a una persona casada que gana 20.000 euros brutos al año, aproximadamente unos 1.400 o 1.500 euros al mes contando las pagas extraordinarias, esto le va a suponer 27 euros al año".

El ejemplo parte, como casi todas estas cosas, de un sueldo modesto, podemos ser cualquiera de nosotros, empatizamos, pensamos que bueno, que 27 euros al año no son tanto...
¿Pero qué pasa en el caso de alguien que gane ese sueldo multiplicado por diez? Supongo que lo progresivo no es que pague 270 sino una cantidad algo superior, no diez veces más sino quizá veinte, treinta, incluso cien, siendo muy exagerados. Pues remitámonos de nuevo a lo que dice nuestro presidente:

"Y sin embargo a una persona, que en lugar de ganar 20.000 gana 200.000 euros al año, también casada y con dos hijos, eso le va a suponer unos 8.500 euros al año, unos 700 euros al mes. Es decir, que es equitativo".

Es decir, 314 veces lo que paga el que cobra la décima parte. "Es equitativo", concluye el andoba. Hombre, equitativo equitativo...

PD.: Y no entramos en algo sustancial, que además de injusto es mentira: hay cuatro gatos en toda España con nóminas en esas cifras.

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25 diciembre, 2011

¿Hay antisemitismo en los medios españoles?

Hace un par de semanas el Comité Legal de Lucha contra la Discriminación tuvo la extraordinaria amabilidad de invitarme a participar en una mesa redonda sobre un más que interesante asunto: "Libertad de expresión y antisemitismo en los medios de comunicación".

Se celebró en el Colegio de Abogados de Madrid y junto a este humilde periodista participaron colegas verdaderamente relevantes en la profesión: Jorge Marirodriga y Juan González Bedoya, de El País; y Ramón Pérez Maura de ABC. Moderó la mesa el Director General de Casa Sefarad - Israel, Álvaro Albacete; y también nos honró con su presencia Alon Bar, embajador de Israel en nuestro país.

Nuestros anfitriones nos pidieron una breve intervención de entre cinco y diez minutos, como siempre he pensado que lo mejor de estos encuentros es el diálogo con el público preparé una presentación cortita haciendo algunas preguntas y exponiendo unas pocas ideas. He pensado que quizá podía resultar interesante para alguien que la reproduzca aquí.

Tened en cuenta, eso sí, que es el guión para una pequeña charla, así que no es un artículo y no se puede leer como tal. Esto fue, más o menos, lo que dije:

Hace tiempo me encontré el anuncio de una de esas campañas de prevención del alcoholismo y el lema me llamó la atención: “Si te preguntas si bebes demasiado es que bebes demasiado”.

Aunque no tenga mucho que ver, se me ha ocurrido que, parafraseando, podríamos decir lo mismo del tema que nos ocupa hoy aquí: “Si nos preguntamos si hay antisemitismo… es que hay antisemitismo”.

Un antisemitismo que en España se vehicula, sobre todo, a través del rechazo a Israel. Porque hoy en día admitir que eres antisemita queda bastante feo; pero sin embargo ser “antisionista” o “propalestino” está muy de moda, te da enseguida el carnet de “moderno” y la versión oro de la “visa de progre”.

Digo propalestino porque, no nos engañemos, el 90% (y creo que soy generoso) de los que dicen defender la causa palestina en realidad se limitan a odiar a Israel. Si realmente les preocupase el futuro del pueblo palestino tendrían que decir mucho más de lo que dicen de los crímenes de Hamas o del latrocinio de la ANP, y de nuevo vuelvo a ser generoso.

De hecho, hace unos pocos días se ha celebrado un congreso sobre antisemitismo en Madrid y alguien se preocupo de que tuviéramos el mejor ejemplo de su pertinencia y de la pertinencia de esta mesa redonda: a la puerta se hicieron pintadas antisemitas que, precisamente, elegían este camino: “Free Palestina” decía una (digo yo que si se referiría a liberarla de la teocracia sanguinaria de Hamas) y “sionismo es terrorismo”, decía la otra, que tiene todavía más enjundia.

¿Cuánto de ese antisemitismo es delito y cuánto libertad de expresión? Es difícil para un periodista decirlo. Esa es tarea de jueces.

Creo es comprensible que, cómo profesional, piense que los límites a la libertad de expresión deben ser pocos y lejanos.

También podéis creerme cuando os digo que pensaría lo mismo si fuese un ciudadano normal que no vive de esto: la libertad de expresión no es sólo uno de los pilares de la democracia sino que es uno de los más amenazados.

Dicho esto, también es conveniente señalar que estamos hablando de algo, el antisemitismo, que es más serio que el honor de un personaje televisivo o incluso de un político. Si me apuráis, es más importante que el honor de todos los políticos.

De hecho, cuando el código penal habla de delitos relacionados con el racismo hace mención expresa al antisemitismo. Así por ejemplo en el artículo 510:

1. Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
Más interesante todavía para el objeto de esta mesa es el punto dos de ese mismo artículo:

2. Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía.

Pero como os decía antes, esto es materia penal y a mi me parece más importante que los periodistas hablemos de lo que no es materia penal: porque el antisemitismo puede llegar a ser un delito, pero también puede no llegar a serlo.

Y en ambos casos merece el rechazo frontal y la denuncia, en especial de los profesionales que trabajamos en ellos, si se comete a través de los medios de comunicación.

Aquí es muy importante recordar que, como en otros aspectos de la vida, no todo lo que es “conforme a las leyes”, es decir, legítimo, es lícito (Justo, permitido, según justicia y razón).

Por cierto, que ese tipo de dualidad entre lo que es lícito y lo que es legítimo (hasta la RAE los pone como sinónimo cuando en sus primeras definiciones la diferencia es radical) se da mucho también en política, aunque los políticos no parecen haberse dado por enterados. Es más, de hecho creo que la sociedad española en su conjunto no acaba de entenderlo del todo.

Resumiendo, con todo esto lo que quiero decir que creo que aunque, la definición legal del antisemitismo como delito deba quedar para los casos más extremos, el rechazo moral y el enfrentamiento ante las formas de antisemitismo “legal” deben ser frontales, y la denuncia debe ser constante.

No hace falta que esperemos al delito y a los jueces y tampoco creo que sea necesario que estos actúen repartiendo condenas a diestro y siniestro: debemos ser los demás periodistas y los demás medios los que denunciemos el antisemitismo y logremos que el conjunto de la sociedad lo vea como lo que es: algo moral y éticamente inaceptable.

PD. que nada tiene que ver: Llevo meses sin poder atender el blog y no estoy seguro que a partir de ahora pueda prestarle la atención que merece, no obstante lo voy a intentar y espero encontrarles de vez en cuando por aquí.

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