10 marzo, 2005

Artur Mas, ¿acojonado o corrupto?

El dirigente de CiU, Artur Mas, ha retirado la querella que había presentado contra Maragall por las famosas acusaciones del 3 %. Recordemos que la condición para hacer tal cosa era que el Presidente de la Generalidad presentase excusas públicas, es decir, se retractase. Maragall lo ha hecho, pero de una forma que tal y como yo lo veo, ha dejado conscientemente en ridículo a CiU, que con todo esto creo que ha firmado su definitiva sentencia política.

Y es que Maragall se ha limitado a pedir excusas a “los ciudadanos de Cataluña”, en lugar de hacerlo a los políticos sobre los que había vertido algo más que sospechas de corrupción institucionalizada y generalizada, es decir, ha evitado claramente hacer lo que le había pedido Mas. Sin embargo, este último ha atado una colección de moscas por el rabo y, como tanto él como los votantes de CiU son también ciudadanos de Cataluña (y eso es bastante indiscutible, la verdad) se da como incluido en las genéricas excusas.

A un observador externo como un servidor, lejos de los “círculos del poder” y de las informaciones privilegiadas le parece que tan curioso comportamiento deja a los “agraviados” francamente mal parados: se han comportado como el perro pekinés que ladra machacona e insistentemente a un dóberman hasta que esté le suelta un único pero aterrador ladrido que provoca la desbocada huida.

Sinceramente, si yo fuera votante de CiU o tuviese la posibilidad de votarles en alguna ocasión (cosa que dudo mucho que ocurra), la impresión que me llevaría es que o el señor Mas no es capaz de enfrentarse cara a cara a Maragall y mantener la querella o tiene pánico de lo que éste pueda filtrar o denunciar, es decir, sabe que éste puede probar su aparentemente veleidosa afirmación. De una u otra forma, no podría confiar en los convergentes.

En cualquier caso, lamentable final para un tristísimo espectáculo, que pena me da Cataluña en mano de esa caterva de impresentables.

1 comentario:

Rafael del Barco Carreras dijo...

ELECCIONES 2008

ARTUR MAS O EL “PUFOLISMO”



Rafael del Barco Carreras



Me permitiré la gracia, los “pufos”, aunque maldita la que les hizo a miles de obreros y cientos de proveedores que nunca les votarán. Pero el romanticismo catalanista puede más que la rémora de desastres y corrupción. La adhesión a las “ideas” supera a menudo la mala fe de sus dirigentes. En Barcelona, enfermedad compartida por las tres grandes ideologías contendientes.

Por pura casualidad su nombre entra en mis sospechas. Un recuadro en La Vanguardia de fecha 11-7-88 escrito por el célebre Feliciano Baratech, periodista a sueldo de Javier de la Rosa, justo al lado de una de tantas alabanzas al “empresario modelo” puesta en boca de Mario Conde. Reza el suelto, “Artur Mas dirigirá la diversificación de Tipel”… “Mas, que ha permanecido tres años como director general de Promoción Comercial (de la Generalitat, se entiende) ha sido fichado por el Presidente de Tipel, Isidoro Prenafeta”. Lluís Prenafeta, entonces secretario general de Presidencia de la Generalitat. Total, otro gran fiasco, unos 8.000 millones. www.lagrancorrupcion.com

Y los fiascos, estafas, de los “hombres de Pujol”, varios denunciados en Fiscalía y Justicia con exactamente los mismos delitos que yo pero de incomparables millones y sin apenas unos días de cárcel, cuando ni en Fiscalía y Magistratura cabía la adhesión por “ideas”, un reducto del “españolismo”, despiertan varias consideraciones sobre las corrupciones anteriores y las posteriores a las denuncias. Con o sin el “empresario modelo” y su bufete estrella Juan Piqué Vidal. Pero lo peor de su entorno, el clasismo de su catalanismo, que si como el mío se vio ultrajado por el Régimen de Franco, se ensañó con el apellido castellano por no suficiente catalán en unas oposiciones restringidas para once técnicos contratados desde hacía tres años, que trabajaban en inglés por no existir el catalán en sus técnicas. Y lo insinúo suave por no menear esa mierda que más allá del dinero o mis años de cárcel afecta mis más profundos sentimientos.