25 marzo, 2005

El desigual combate entre Tom Wolfe y la progresía

Aunque ya hace un par de días que se publicó en vista de que la blogocosa liberal no ha reparado en ella (o al menos que yo me haya enterado) no puedo dejar de recomendarles una jugosísima entrevista con el escritor norteamericano Tom Wolfe que apareció en ese diario que es independiente de la mañana el pasado día 23. Para los que no gusten de repasar las páginas en Internet del rotativo polanquil está a su disposición (tras registro gratuito) en Periodista Digital. Los “piratas profesionales” ya saben.

La entrevista en cuestión empieza hablando de su última novela, “Soy Charlotte Simmons”, pero pronto se toma otro camino y se empieza a centrar en la política y, muy particularmente, en las curiosas relaciones que el escritor neoyorquino mantiene con la progresía que domina los ambientes “intelectuales” de su país, lo que él denomina la “élite de izquierdas” que, por supuesto, no sale demasiado bien parada del asunto.

Empieza dedicándole un poco de tiempo a la definición del término “intelectual”:

“El término fue creado por el francés Clemenceau para designar a los escritores, los artistas, los que creaban. Ahora, la palabra intelectual se ha desvinculado de lo que supone un logro intelectual; un intelectual es un consumidor de ideas, ya no hace falta ser un creador. En realidad, ser creativo es un estorbo.”
Acto seguido le atiza un soplamocos verbal del tamaño de la catedral de Burgos a uno de los santones de la intelectualidad americana y a su ejército de acólitos:
“Antes de la guerra de Vietnam, Chomsky era el gran lingüista de EE UU. Se inventó la teoría revolucionaria de cómo se crea el lenguaje y qué es lo que se puede hacer con él. Pero no estaba considerado como un intelectual, porque un intelectual es alguien que sabe sobre un asunto, pero que, públicamente, sólo habla de otras cosas. Y cuando Chomsky empezó a denunciar públicamente la guerra, ¡de repente se convirtió en un intelectual! Aquí un intelectual tiene que indignarse sobre algo. Como dijo McLuhan, la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota. Y eso es lo que hace la mayoría de los que se dicen de izquierdas: en lugar de pensar –lo cual es duro, lleva tiempo, hay que leer–, se indignan por algo, y eso les reviste de dignidad. Siempre han escogido las opciones equivocadas. Me encanta tener al presidente Mao aquí, en mi mesa; Mao fue considerado hasta el final como una gran figura por la gente de izquierdas. También había muchos que pensaron lo mismo de Pol Pot, que exterminó a media Camboya.”
Y para acabar con el cúmulo de herejías se permite afirmar… ¡¡¡que Bush es inteligente!!! En mi vida he visto desfachatez semejante:
“Yo he tenido la ocasión de estar con Bush algunos minutos, hablar con él de literatura, y me pareció tan inteligente como el director de The New York Review of Books, considerada como la principal publicación literaria. No es que el director de la revista no sea inteligente, que lo es; es que Bush no es ningún idiota.”
Son sólo unos pocos ejemplos, la entrevista está llena de opiniones muy sensatas como éstas, pero que en el reino de la opinión hecha y el prejuicio en el que vivimos es más bien raro escuchar. No dejen de leerla entera y de disfrutar con la inteligencia e ironía de un intelectual de los de verdad: de los que piensan por sí mismos. Rara avis.

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