05 noviembre, 2005

La provocación

Está claro que la actitud de los populares en los últimos días es intolerable y nos está llevando a un punto de crispación que no sé en qué puede acabar. Cada día se hace más evidente que para una democracia plena de derechos, libertades y sentimientos nacionales como la española, la existencia de un partido extremista y radical como el PP, que hasta se atreve a defender la legalidad vigente, es un grave peligro.

Porque el mensaje que Rajoy y otros líderes de su partido en los últimos tiempos están transmitiendo es extremadamente peligroso: los muy fascistas no dejan de decir que las leyes que tenemos no son tan malas y que no es necesario cambiarlas radicalmente y sin otro consenso que el de determinados grupos independentistas que, como tales, poco interés deben tener en el futuro de España.

En el colmo de su bárbara actitud se han atrevido a reunirse en Barcelona, nada más y nada menos que reunirse y nada más y nada menos que en Barcelona, como si la ciudad en la que se forohermanaron las culturas estuviese dispuesta a soportar la presencia de un partido político que, en su barbarie, no se identifica de hoz y coz con la religión nacionalista dominante; como si no supieran que las tierras entre las montañas de Montjuic y Collserola y el mar son terreno rojo libre de fascismo en virtud del protectorado que estableció sobre ellas de forma heroica el “pacificador de Perpiñán”; como si no se hubiesen querido enterar, en definitiva, de que en nuestra inmensa magnanimidad democrática le dejamos existir (por ahora), pero de ahí a que se permitan molestar media un abismo que la sociedad libre y democrática no está dispuesta a que atraviesen.

Estos fascistas creen que la democracia es defender cada uno sus ideas en libertad, y eso es una provocación que no podemos tolerar.

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