04 noviembre, 2005

Tras su frente, el desierto

Al menos así lo ve Carlos Herrera en su excelente artículo de hoy en el ABC, en el que parece abandonar toda esperanza de que tras la aparente superficialidad del Presidente del Gobierno no haya sino… una terrible superficialidad:

"Disponía el tal de una oportunidad única para desdecir los comentarios malintencionados que correteaban alegremente por cenáculos y tertulias, según los cuales disponemos en la cúpula del Ejecutivo de un sujeto con solvencia intelectual poco definida. Lamentablemente, no lo hizo. Y no lo hizo, con toda probabilidad, porque no pudo, no porque no quisiera: su tibieza argumental para afrontar un asunto de la envergadura del debatido el miércoles evidenció, a las claras, la nadería que se oculta tras el leve barniz que recubre su débil estructura".
Aun así, como buen periodista independiente que es, no deja de reconocer que algún mérito tiene:
"Aunque reconozcámosle, al menos, una virtud: es muy difícil estar hablando tres cuartos de hora y no decir absolutamente nada, recorrer las vastas praderas comunes en las que florecen las frases hechas y recolectar, con el empecinamiento de los opositores, manoseados conceptos huecos de contenido alguno".
Hay todavía frases más gloriosas que no les reproduzco para que no puedan dejar de leerlo, les aseguro que no se arrepentirán.

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