He de confesarles que ayer me he sentí como un ser completamente despreciable y abyecto, mala persona y ciudadano ruin. No, no es que estuviese de acuerdo con alguna de las muy moderadas y democráticas declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba, es que ayer disfruté, y como un enano cabría decir, de las desgracias ajenas.
Sirva como descargo, si es que sirve, que no eran las desdichas y miserias de un ciudadano particular, sino las de una empresa, concretamente de Telepolanco, también conocida como La Cuatro, cuyas audiencias están registrando picos que ni el poblado de Las Barranquillas y, quitando algunas honrosas (con hache) excepciones, se arrastran por el lodo de la dura competencia con La 2.
Lo que más gustirrinín nos está proporcionando a los de la derechona neoliberal y cavernaria es, sin duda alguna, el rotundo éxito que están cosechando los informativos, tanto los de la estrella de la cadena, Sor Iñaki, como y muy especialmente los del mediodía, que sin ni tan siquiera un Iñaki que tirarse a la boca están cosechando éxitos sin parangón en la historia de la televisión, por ejemplo, el día 2 de este mismo mes llegaron a la escalofriante cifra de “share” del 1,9 %, lo cual, según nos cuentan maliciosamente en PR Noticias, significa en la práctica que hubo momentos en los que no había nadie viendo el telediario.
Tremendo.
La verdad es que, aunque todos los deseásemos fervientemente, pocos pensábamos que los inicios de La Cuatro iban a ser tan poco exitosos. He visto muy poco de su muy variada programación, pero ese poco era francamente detestable. Por ejemplo, pillé un par de días un programa con un chef superestupendodelamuette, supongo que el propietario de “Chez pijo”, que podría ser nombrado sin rubor y con pocas dudas la cosa más tonta sobre cocina jamás emitida.
Los informativos no he llegado a verlos (lo siento, tengo el estómago delicado y no puedo tragarme según qué cosas) pero no puedo sino congratularme, como decía aquel, de que el ariete de la intoxicación polanquista vaya de mal en peor, debe ser que las ministras-reportero no embelesan a los espectadores.
Por cierto, aprovecho para decir que me parece muy bien que los informativos de La Cuatro tengan la línea informativa e ideológica que sus propietarios estimen oportuna, y no pienso encadenarme a su puerta ni hacer el majadero de ninguna forma, pero del mismo modo que celebro la libertad de Iñaki para hacer las noticias como le salga de su rojo forro, celebro que los espectadores estén haciendo uso de su libertad para sintonizar otras cadenas.
Porque al final eso es lo que pasa en las democracias: que deciden los ciudadanos apretando a uno u otro botoncito o moviendo la ruedita del dial hacia allá o hacia acá.
07 diciembre, 2005
¿Es malo disfrutar con las desgracias ajenas?
Posted by Unknown at 1:58 p. m. Menéame
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