31 agosto, 2007

Umbral

A mis habituales problemas de los últimos tiempos para seguir algo más de cerca los acontecimientos que nos depara la actualidad se ha sumado en esta ocasión encontrarme de vacaciones (por cierto, alguna cosa de esas vacaciones tendré que contarles) y alejado tanto de los hábitos de trabajo como de una conexión confortable a Internet, así que todavía no he compartido con ustedes una obligada reflexión sobre la muerte de Francisco Umbral.

Empezaré por decirles que en mi modesta opinión se trata de uno de los escritores más importantes en lengua española del pasado siglo XX. Y utilizo la palabra escritor con todo su sentido y habiendo desechado previamente otras como "periodista" o "columnista", oficios también respetables y de mérito, por supuesto, pero insuficientes para que encaje en ellos la enorme obra de Umbral, que era un escritor que escribía en los periódicos y no un periodista que escribía libros, peligrosa especie que, por cierto, abunda hoy en día.

Habrán leído ustedes en los últimos días numerosos artículos sobre él, como los que se incluyen en el excelente especial que su periódico, El Mundo, lanzó el pasado miércoles, así que no voy a entrar yo en discernir las cualidades de su prosa o contarles de las profundidades en el estilo y el sentimiento de esa maravilla que es "Mortal y rosa" (sólo ese libro justificaría lo que he dicho en el párrafo anterior): otros lo han hecho y lo harán mejor que yo.

Me queda, por tanto, hablarles de mi experiencia personal, que es la de un chavalín de BUP que empezaba a comprarse el periódico y a acostumbrarse a encontrar a Umbral en la última página, un Umbral del que ya había oído hablar, al que había visto en la tele y que ya le parecía un personaje bastante divertido. Luego llegó leerlo habitualmente: sus artículos, claro, pero también sus libros, primero algunos de su faceta más provocadora como las divertidísimas "Memorias eróticas", algo después cosas más serias que me enseñaron a diferenciar entre el personaje, el ente creado para escandalizar a algunos y divertir a otros, y el escritor de prosa compleja y bella.

He crecido y me he formado con la presencia constante de Umbral entre mis lecturas y, aunque no he leido ni todos sus libros ni todos sus artículos (ni él mismo lo habrá hecho) no ha habido, ni de los unos ni de los otros, uno sólo que me haya hecho pensar que no estaba ante un grandísimo escritor, en momentos más o menos dulces, pero siempre grande.

A modo de homenaje les dejo un par de párrafos de uno de sus artículos que ha sido, probablemente, las cosa de un periódico que más me ha divertido nunca, se trata de la polémica, criticada y genial colúmna que dedicó a la "ensaimada fecal" de Anasagasti. Lo releeo ahora, vuelvo a reirme y vuelvo a maravillarme por cosas como esta:

Algo tiene de ensaimada fecal esa cosa de pelo que Anasagasti se pone en la calva. Un peinado en espiral, hecho con cuatro pelos, que no engaña a nadie y divierte a todos. Es una plasta capilar, la visualización de la plasta mental y verbal que Anasagasti nos coloca en sus intervenciones.
O esta:
Anasagasti resulta insultivo cuando dice que el loro es viejo. El loro será viejo, pero tiene una mitra (o como se llame eso) para taparse la calva, mientras que él sólo tiene una ensaimada, y algún malevo cámara de TVE se siente Orson Welles haciendo barroquismo de imagen con la plasta.
Sólo él, sólo Umbral podía engarzar así la sabiduría, el humor, la mala leche y el mejor español escrito. Como bien dice en su excelente artículo - homenaje David Gistau:
Ahora que ha muerto, todo ese fuego se apaga con él, todo un linaje se extingue. Y los demás nos quedamos condenados a chocar palabras como si fueran piedras sin que salga chispa.
Pues eso, que gracias por todo, maestro, osea.

PD.: No quiero dejar de recordar la miserable y rencorosa información que se le dedicó a el fallecimiento de Umbral en el noticiario nocturno de Cuatro el mismo día de su muerte. Unas pocas imágenes en las que destacaban los políticos del PP que acudieron a la capilla ardiente (cosa que no han hecho y deberían los del PSOE, por mucha cera que les haya dado), poco o nada sobre sus obras y una frase del crítico de la casa de cuyo nombre prefiero no acordarme y que decía algo como que "era un escritor muy sobrevalorado, sobre todo por él mismo".

Pues mire señor crítico, seguiremos recordando y leyendo a Umbral
cuando lo único que recordemos de usted sea la forma miserable en la que trató al gran escritor el mismo día de su muerte.

¡Qué cantidad de rencor!

1 comentario:

Súmmum dijo...

Comparto su opinión. No sé si sabrá de la escasa cobertura informativa que ha tenido su muerte, insertada en mitad de los informativos, y eclipsada casi por completo con la muerte de Puerta.

Para el recuerdo la bronca que le echó a Mercedes Milá.