26 mayo, 2008

Gallardón y el partido casi único

El otro día prometí que si el tiempo me lo permitía iba a hacer una reflexión sobre las palabras de Gallardón acerca de que es necesario que el PP gane el voto de centro izquierda para que los populares lleguen a la Moncloa. La cosa, además de descojonante tiene mucho interés, ya que, aunque todos sabíamos más o menos de qué pie cojea el alcalde madrileño, que lo ponga así, negro sobre blanco, no deja de ser llamativo y muy revelador.

Hasta ahora no había tenido ese tiempo, pero por fin le he podido dar al tema una vuelta, así que vamos allá.

Lo primero que nos llama la atención del "pensamiento político" gallardoniano, es que se mueve más que los precios, como decía aquel: con lo que le ha costado llegar al centro a ese PP lleno de ultramontanos aguirrenses, acebenses y zaplanenses, ahora resulta que hay que seguir moviéndose y que todavía no han llegado a la tierra equidistante y prometida.

La lástima es que para esta travesía del desierto el que tendría que hacer el papel de Moisés (barba y todo) ande más despistado todavía que el profeta de la Torá, y que el ritmo parezcan marcarlo entre un Aarón cualquiera dispuesto a adorar al primer becerro de oro que PRISA le ponga por delante y un Matusalem gallego que, además de no pintar nada en esta historia, parece que lo único que le queda de venerable son sus muchos años.

El segundo punto que me sorprende es la aspiración de Gallardón, que parece que es ahora la del nuevo PP, de ocupar absolutamente todo el espacio político, desde una derecha religiosa y algo ultramontana hasta las playas del centro izquierda, pasando por conservadores más o menos recios, liberales, democratacristianos, centristas propiamente dichos (si es que existen) y, a lo que se ve, progres de diferente factura.

El propósito es tan difícil como criticable: un partido político que aspira a satisfacer a todos no es un partido y no es propio de una democracia, sino de aquellos regímenes en los que sólo se permite la existencia de una opción política que, en su "perfección", hace innecesarias a las demás. Encima, no se dan cuenta de que el partido único ya lo está preparando el PSOE y le va la mar de bien, así que lo que quieren Gallardón y amigos se parecería más a una comparsa que a otra cosa.

A poco que nos quitemos las anteojeras, los ciudadanos sabemos positivamente que en España los partidos no son lo que deberían ser, es decir, conjuntos de personas que creen en algo y tratan de defender esas ideas en la vida pública, sino que han devenido en enormes maquinarias cuyo único objetivo es llegar al poder.

Pero que nos lo recuerden así es doloroso y contraproducente.

Y es que, ¿qué va a defender ese macropartido de amplio espectro de Gallardón? ¿Van a estar por más estado como les pedirán sus electores de centro izquierda o por menos como le pedirán los liberales? ¿Por el laicismo radical o una relación amistosa entre Iglesia y Estado? ¿Por la educación pública o por la concertada? ¿Por el gasto público o el ahorro? ¿Por la relación privilegiada con EEUU o los compadreos con Venezuela y Cuba? ¿Por que se pueda estudiar en el idioma que se quiera o por las inmersiones lingüísticas?

El único horizonte ideológico que Gallardón parece tener es ocupar el poder, y para eso ya está claro que lo mismo da Juana que su hermana.

Lo terrible del asunto es que, encima, si esta operación de "travestismo político" se lleva a cabo no va a servir para nada que no sea colocar a unos cuantos: el problema que tiene el PP no es de falta de amplitud ideológica (de hecho, en ocasiones demasiado amplio y vago es) sino de comunicación con la sociedad; un problema que tiene muchas raíces pero que, desde luego, no se va a solucionar haciéndose de centro izquierda, más bien lo contrario porque ese mensaje político va a ser más difícil de vender que colocarle un panda a un equipo de Fórmula 1.

Más aun, la venta de mensajes evanescentes es, precisamente, la especialidad del partido político al que los nuevos populares están convencidos de que le van a robar un porrón de votos haciéndose de centro izquierda, un terreno en el que será muy difícil vencer a los "pepiño boys" porque a la hora de votar centro izquierda la opción lógica será, si Rosa Díez no lo remedia, el glamour de las ministras-vogue y el rojerío patanegra, no la derechona de siempre, que será extrema aun cuando salga a las calles a pedir el aborto libre y gratuito.

Por último, hay una cosa más que me llama la atención: que empiecen a sumar desde los diez millones y medio de votos que tienen ahora, como si esa masa de electores estuviese ya en un corral del que es imposible salir y sólo se puede entrar. Pues señores, tengan cuidado con esa puerta que piensan abrir que, al paso que van, más que entrada triunfal va a ser un salida de emergencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bla, bla, bla, se ve que Gallardón te cae mal pero noi sé si hacian falta tantas frases para reiterarlo una y otra vez.

Tendrá cierta lógica que Gallardón proponga incluso rebasar el centro si como afirmáis en los blpogs agregados a Red Liberal el PSOE es de extrema-izquierda. Queda pues el centro-izquierda libre según vuestros planteamientos, ¿No?

Si crees que en España va a existir algún día un partido liberal yo dejaría de soñar. Los dos grandes partidos españoles, con pequeños matices, van a segfuir proponiéndonos una y otra vez, LOS DOS PARTIDOS REITERO, su cuadratura del circulo: bajar los impuestos (fácil, porque son nmuy altos) y aumentar el gasto público.

Anónimo dijo...

"La crisis del PP (III): Jiménez vs. Ruiz"

http://lacomunidad.elpais.com/periferia06