02 mayo, 2009

Sindiparásitos (y cuatro millones de parados esperando a Thatcher)

Los discursos de ayer de los sindicalistas me provocaban una cierta indignación, pero sobre todo me causaron una perplejidad como si estuviese viendo a un espíritu soltando la soflama, rodeado de otro grupo de fantasmas y frente a un público que ve la sobrenatural aparición con la misma flema y ausencia de sorpresa que exhibía Bill Murray en Los Cazafantasmas.

Las preguntas se agolpaban en mi mente: ¿De qué coño está hablando este tío, en qué país vive, donde ha estudiado economía, es que no sale a la calle, no lee los periódicos, no mira los datos de la EPA o del INEM? Y mientras tanto ahí seguía gritando Méndez, con la cadena y la bola colgando colgando y hablando de una realidad paralela en la que no existe el paro, la crisis se soluciona por el arte de birli birloque del gasto público, el gobierno es bueno buenísimo de La Comarca y la patronal es algo así como una recua de orcos de Mordor entregados al mal y sedientos de sangre trabajadora.

El asunto seria para tomárselo a guasa si no fuese porque los sindicatos, supuestamente pensados para defender a los trabajadores de ciertos abusos, se han convertido en una fuerza política de primera capaz
de tener, a base de amenazas como las de ayer, una influencia tan clara como atroz en la política económica.

Y esa es la primera de sus grandes carencias de legitimidad: mientras hacen aquello que no es su labor (política) olvidan lo que de verdad debería centrar sus esfuerzos, a los trabajadores.

Todavía es peor su segundo problema respecto a la legitimidad: los centenares de millones de euros que reciben de las arcas públicas. Subvenciones por esto, deudas supuestamente históricas, subvenciones por aquello, dinero estatal, autonómico y municipal con el que se han creado megaestructuras semifuncionariales que sobreviven y se expanden más allá de que el grado de representatividad de las organizaciones sindicales sea paupérrimo, tanto por lo que se refiere a su número de afiliados como por lo que respecta a los resultados de unas elecciones sindicales que cada vez importan menos y a menos gente.

¿Quieren un ejemplo para comprobar que ni mentimos ni exageramos cuando decimos que los sindicatos están comprados? Aquí lo tienen: 256 millones de euros en subvenciones en sólo cinco años y sólo en Andalucía. Y esa cifra no es una filtración vaya usted a saber de donde, se sumó pacientemente de datos aparecidos en el BOJA (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía).

Y estas organizaciones, compradas por el poder público y olvidadas por los trabajadores se permiten negar cualquier posibilidad de hacer una reforma laboral que este país necesita como el comer. ¿Hasta cuando van a defender su indefendible posición? ¿Cuántos millones de parados van a ser necesarios para que den su brazo a torcer? Si no les han bastado cuarto ¿será suficiente cuando lleguemos a cinco o tendremos que esperar a ponernos en seis?

¿Les bastará destrozar nuestra economía por un lustro o nos hundirán para décadas en el mejor estilo argentino?

El lunes se cumplen 30 años desde que Margaret Thatcher llegó al poder en el Reino Unido, una auténtica lastima que no tengamos nuestra propia Dama de Hierro, o de latón o de lo que sea, simplemente alguien que tenga la valentía de hacer lo que hay que hacer, sin preocuparse de lo que digan los parásitos que nos chupan el presupuesto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo post Carmelo. Ayer cuando escuchaba en una emisora el estilo de oratoria y arenga de los líderes sindicales, tenía la sensación de estar escuchando a Musolini o Hitler (Stalin como buen exseminarista tenía otro estilo de oratoria). Pronto caí en la cuenta que no estaba retrotrayéndome en el tiempo, pues estos sindicatos de dicha época histórica no han salido nunca y, mucho me temo que su objetivo es hacernos a todos volver a ella. Desde luego con el actual gobierno zapateril, hay que decir que ayudas para tal objetivo no les están faltando (los datos de ayudas financieras que tu presentas son elocuentes, y esas son las oficiales, que mucho me temo que no son todas las recibidas ni las que faltan por recibir... mientras el paro aumenta... y cada vez representan a menos trabajadores que para nada se identifican con los de la época industrial de entreguerras).

Cuando desaparezcan todos los intelectuales (rimbombantemente autodefinidos así por la izquierda), alguien nos explicará algún día, como el colectivo más digno de toda la época de la industrialización, el colectivo obrero, pudo ser desde sus inicios tan hábilmente manipulado por las mentes más totalitarias y fascistas a lo largo de la presente historia contemporánea. Ni las religiones más fanáticas han conseguido manipular a tantos millones de personas, de tantos países, de tantas culturas y durante tanto tiempo. En ello sus líderes son maestros.

Cada día estoy más convencido que estos ideologos de izquierda han convertido su ideología en una ideología religiosizada con sus dogmas como verdades absulutas e inmunes al paso del tiempo; y en las cuales, se sienten dioses prometiendo al obrero (cuanto más pobre, parado y obediencia ciega le otorgue), más seguridad en que con sus sacrificios presentes más cercano estará su entrada en el paraíso socialista.

Ayer 1 de Mayo a sus líderes les tocaba lección de religión socialista... un día más, un año más...

...y es que no es lo mismo ser una religión de este mundo que de otros. Los psicólogos conductistas sabían muy bien que los estímulos más cercanos son los que más ciegan.

Pablo el herrero

Anónimo dijo...

No son preocupantes los sindicatos, simplemente hacen su pepel de heraldos de quien los alimenta. Lo preocupante es la panda de borregos que los acomparsa; además de víctimas, complices. Que se j...