11 febrero, 2004

Bulería porquería

Hoy se publica el “nuevo” disco del triunfito por excelencia: David Bisbal. Me parece un buen momento para comentar el fenómeno OT, que afortunadamente parece que ya está un poco de capa caída, pero cuyos hijos todavía nos dan la tabarra.

Si bien no he escuchado completo el disco de Bisbal (líbreme Dios de semejante sufrimiento) si que he tenido la oportunidad o la desgracia de escuchar su primer single: Bulería, que es además la canción que da título al álbum.

Y, sinceramente, es una bazofia de tal calibre que me da hasta vergüenza ajena. Eso sí, seguramente será un éxito.

Se trata de una muestra prototípica del género de mierda que se han especializado en manufacturar los chicos de OT o, mejor dicho, la pandilla de chupópteros y sacadineros que revolotea a su alrededor. Un poquito de guitarra española, un poquito de chunda chunda, un ritmillo con aires de salsa que se pueda bailar, dos gorgoritos y a vender discos como churros.

Que asco.

Cuando escuchas detenidamente los discos te das cuenta de que, más allá de los gustos, son de una calidad ínfima. Las composiciones son pobres (qué le vamos a hacer, la naturaleza no regala la genialidad) pero es que hasta el trabajo propio de profesionales es de un nivel patético. El que quiera comprobarlo que compare como suena uno de estos discos con los de las estrellas anglosajonas de moda (Britney, Kylie, Robbie Williams...) Sin entrar a discutir sobre la calidad de las canciones, comprobará la diferencia entre un trabajo de profesionales y el producto hecho a patadas por una colección de chapuceros.

Durante sus tiempos de gloria siempre dije que OT era la peor telebasura jamás facturada, cada día estoy más convencido de que es así y los sucesivos hits de los triunfitos no hacen sino reafirmarme en mi opinión. Se trata de un programa que antepone el éxito a cualquier otra cosa, promoviendo una competitividad brutal pero no basada en la calidad del trabajo bien hecho, sino en convencer/engañar al público lo más rápida y masivamente posible. Todo eso, además, prostituyendo un arte como la música.

Luego se quejarán del top manta, pero la cruda realidad es que tienen lo que se merecen: si en vez de artistas y profesionales creas monigotes con ricitos y chapuceros el público jamás podrá tenerte respeto, como mucho se gastarán un poco de calderilla en comprar la copia pirata de tu mierda.

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