23 febrero, 2004

Emigrantes en los colegios

Presenta el PSOE de Zetapé una medida para mejorar la educación pública. Se trata, resumiendo de una forma un tanto apresurada, de establecer un cupo máximo de un 35 % de emigrantes en los colegios públicos, trasladando en autobús de unas zonas a otras a los estudiantes de los lugares donde el porcentaje de inmigrantes supere esa cifra.

Vaya por delante que me parece loable que se hable de la educación durante la campaña electoral, y muy especialmente que se afronte un tema polémico pero crucial como es la integración de los inmigrantes y las consecuencias que ésta tiene en el conjunto del sistema. Sin embargo, creo que esta medida tiene algunos problemas, algunas incoherencias y que, en definitiva, no es una solución factible.

En primer lugar, me llama la atención el porcentaje, ¿por qué un 35 y no un 30 o un 25? Un 35 % supone, en un aula normal de un colegio público, unos 7 u 8 alumnos, es decir, más que suficiente para retener el progreso académico de todos los demás.

Por otra parte, el concepto emigrante es tan difuso como inútil, me explico: educativamente no es lo mismo un emigrante de un país en el que se hable español que uno de Rusia, por ejemplo. Tampoco es lo mismo que un niño llegue de Chile a que lo haga de Ecuador.

En definitiva, extender el problema no es solucionar el problema, aunque estoy totalmente de acuerdo en que hay que evitar que la educación pública o determinados colegios se conviertan en guetos, ¿pero cómo podemos hacer esto?

Quizá darse cuenta de que tenemos un problema sea el primer paso, no darse por satisfechos con una integración presuntamente progresista pero que sólo beneficia a los colegios más elitistas. Pero hay que ir más allá: tratar a cada niño como el caso especial que es; dar medios a colegios y maestros para este nuevo reto; y, sobre todo, preparar a los propios alumnos para que su entrada en el sistema educativo no sea un encontronazo.

En mi modesta opinión, es necesario crear centros “de paso” en los que con un tratamiento especializado y los medios necesarios se consiga llevar a los alumnos al mismo nivel de sus futuros compañeros de clase, no obligarles a un sobreesfuerzo para el que la mayor parte no están preparados y en el que, si fracasan, no habrá segunda oportunidad.

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