21 febrero, 2004

¿Servicio público?

Es algo de lo que se habla de forma cíclica, cada equis tiempo se destapa alguna noticia al respecto, pero en campaña electoral es imposible que no discutamos sobre la manipulación de las televisiones públicas.

Esta semana el PSOE ha demandado a RTVE por que parece ser que los está desacreditando a través de la manipulación de los informativos (crueldad innecesaria cuando ya se desacreditan ellos solos, por cierto). El PP, por su parte, brama contra las televisiones autonómicas de Andalucía y Castilla La Mancha.

Efectivamente, TODAS las televisiones públicas son un nido de partidismo y manipulación, y lo son mande quien mande: lo fue TVE con el PSOE y lo es ahora con el PP. Además, nos cuestan una cantidad descomunal de millones y, para rematar la jugada, ofrecen una programación tan trufada de telebasura como la de las restantes cadenas, compitiendo con éstas en una posición aventajada y ventajista.

Siempre me ha llamado poderosamente la atención que sea necesaria la existencia de televisiones y radios públicas, mientras que la de periódicos de titularidad estatal se consideraría una aberración. ¿A quién interesa que se mantengan éstos presuntos servicios públicos? Es obvio que a dos grupos: los políticos que se aprovechan ahora o que esperan aprovecharse en el futuro de su capacidad de crear opinión; y los profesionales que disfrutan de unas condiciones laborables que la inmensa mayoría de sus compañeros de profesión ni se atreve a soñar.

¿Y los ciudadanos? Los ciudadanos a pagar y a callar, que para eso están.

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