En los famosos pubs de Irlanda (cuya decoración y estilo se puso tan de moda por estos lares hace unos años) ya no se podrá fumar. Hoy entra en vigor la nueva Ley que prohibe el consumo de tabaco en prácticamente todo tipo de locales públicos y entre éstos destacan, obviamente, bares y restaurantes.
La norma es similar a algunas ya promulgadas en ciudades o estados de EE.UU, y pretende obtener dos beneficios: reducir las 7.000 muertes al año que parece ser que causa el tabaquismo en Irlanda y proteger a los trabajadores de estos establecimientos, que se ven obligados a convertirse en fumadores pasivos en sus horas de trabajo.
Los dueños de locales de ocio han levantado sus llantos al cielo, argumentando que la medida supondrá una caída de ingresos y la consiguiente pérdida de trabajo. Los fumadores, por su parte, claman por el consabido ataque a la libertad, la falta de tolerancia etc etc, vamos, el discurso habitual.
En contra del primer argumento se puede citar la experiencia en California, estado en el que hace ya varios años que existe una ley similar y en la que el sector de la hostelería no ha experimentado crisis alguna, lo mismo ha ocurrido en la ciudad de Nueva York en el año de vigencia de su propia ley antihumo.
Por lo que respecta a la demagogia habitual que relaciona el tabaco con la libertad y la tolerancia, me limitaré a decir que creería en ella si no fuesen los fumadores (aquí empieza una generalización injusta, los escasos fumadores respetuosos que puedan leer esto que no se sientan aludidos por favor) los sujetos más irrespetuosos y maleducados que uno puede encontrarse, que nos tienen acostumbrados a disfrutar de su vicio caiga quien caiga y a costa de lo que sea.
El fumador español nunca pregunta si nos molesta el humo, jamás se preocupa de cómo puede estar intoxicando a su vecino en una barra, infecta con el humo y con el desagradable olor a tabaco espacios cerrados como ascensores o cuartos de baño, tira las colillas en cualquier sitio, no se toma la molestia de apagar bien el cigarrillo en el cenicero (y esto deja un olor que es peor que el de la mierda, con perdón), no respeta los lugares en los que está prohibido fumar, desde aeropuertos a mercados pasando por ¡hospitales!... En definitiva, al menos en España, los fumadores se comportan como verdaderos vándalos, repartiendo su humo como los Reyes Magos reparten caramelos en la cabalgata. Esto sería ya de por sí muy desagradable, pero es que además el tabaco también da cáncer a los fumadores pasivos.
Así las cosas, y puesto que no se puede confiar en una educación que ya tenemos comprobado que no existe, suplico a los poderes públicos que tomen ejemplo de Irlanda y extiendan al máximo las prohibiciones y a ser posible con unas multas por encima de los 600 Euros, por favor, que de lo contrario se van a pasar la ley por el arco del triunfo.
29 marzo, 2004
Los pubs de Irlanda
Posted by Unknown at 4:13 p. m. Menéame
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