12 marzo, 2004

Ojo, que no nos engañen

Con los cuerpos aún calientes, con la gente todavía siendo operada y muriendo en los hospitales y ya hay quien está intentando darnos gato por liebre.

Los que tienen algo de avergonzarse, los que tienen que algo que esconder, miran hacia otro lado para que no veamos sus vergüenzas, y señalan hacia La Meca para que el domingo las urnas no les canten las cuarenta.

Lo más probable, casi seguro, es que las bombas lleven la firma de los nietos de Sabino Arana, pero aunque viniesen firmadas por los pupilos de Bin Laden la respuesta es la misma: NO, no al terror y no a la muerte.

La paz y la libertad, traiga quien traiga la guerra, son innegociables. No se puede hablar con los que matan, no hay nada que negociar. Y yo estoy con los que se enfrentan cara a cara contra el terror, hable en vasco o en árabe, y voto por los que están en primera línea de esa lucha, no por los que se esconden como ratas en Estella o en Perpiñán.

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