Seguimos con este tema que, como ya dijimos ayer, es uno de los ataques más peligrosos contra la libertad de expresión, que es lo mismo que contra la democracia, que se ha pergeñado en España desde el año 78.
Continuemos con el análisis del texto propuesto por IU y en un principio jaleado por el PSOE (es importante que quede claro quien está detrás de esto y quien lo apoya), el siguiente punto del que me gustaría hablar es de los Comités de Redacción, un invento sacado también de la chistera totalitaria con el fin de ejercer un control político-sindical sobre los propietarios de los medios. Así, vemos que:
“Los Comités de Redacción son cauce de participación de los periodistas en la orientación editorial”.
En un principio las competencias de dichos comiterns son meramente consultivas, pero tienen la facultad de obligar a su medio a publicar su opinión, se supone que discrepante, cuando lo considere oportuno, lo que resulta una forma de chantaje bastante grosera. Imaginemos como quedarían la imagen y la credibilidad de un periódico o un telediario cuando entre sus páginas o noticias viene que sus trabajadores no están de acuerdo con la línea editorial respecto a tal o cual tema.
Pero donde el esperpento llega a su cénit es en el Código Deontológico que se incluye como anexo al final del texto legal. Recordemos que dicho código será fuente de las correspondientes sanciones a cargo de los Consejos de Información y, en su caso, de las correspondientes sanciones: hasta un 10 % de los beneficios para la empresa y, por supuesto, la retirada del carné para el profesional.
Pues bien, como digo las normas que pueden dar lugar a tan terribles sanciones son estudiadamente difusas y arbitrarias. Por ejemplo, en su punto 5 se dice:
“Utilizar métodos dignos para obtener información o imágenes, sin recurrir a procedimientos ilícitos...”.
Lo de ilícitos ya no está demasiado claro (¿se usa como sinónimo de ilegales?), pero ¿quién decide lo qué es o deja de ser digno? Pues términos similares aparecen en otros puntos como el 3:
“Facilitar diligentemente todos los datos esenciales a la información difundida, sin tergiversar los mismos”.
Además de esta indefinición tan útil para un uso arbitrariamente represivo de la norma el codiguito de marras tiene el típico tufillo a buen rollo de continuamente nos embarga y que, una vez más, se utiliza para tratar de anestesiarnos y, me temo, aprovechar que estemos dormidos para metérnosla doblada, con perdón.
Pues no cuela señores:
¡¡¡NO AL ESTATUTO DEL PERIODISTA!!!
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