13 noviembre, 2004

La paz… de los cementerios

Varios destacados militantes de PSE-EE capitaneados por el siempre heroico Odón Elorza firmaban ayer un artículo en el Diario Vasco en el que explican su visión de la situación en las Provincias Vascongadas y de las próximas iniciativas que deberían tomar el gobierno central y su propio partido.

Como podría esperarse de un documento firmado por un personaje tan siniestro como Elorza, en el que como en una irónica reproducción de las tres Gracias uno no sabría decir si es más gorda su estupidez, su maldad o su cobardía, el artículo es una colección de despropósitos adornados con no pocas notas de cursilería.

Pasemos a analizarlo: ya en el segundo párrafo encontramos la primera mentira:

…se ha producido un relevo en el Gobierno Español fruto del hartazgo por un Gobierno que, entre otras torpezas, profundizó la sima del conflicto vasco alimentando los más viscerales enfrentamientos entre los nacionalismos vasco y español”.

Se hace el juicio, queda dicha la mentira y se olvida, totalmente a propósito, que fueron sus amigos del PNV los que se echaron al monte con los chicos del amoral y la gasolina, pero ya se sabe que hay un sector de la sociedad vasca, muy bien representado por Elorza, que disfruta de situar en el mismo extremo a quien conculca la ley y a quien la defiende.

Acto seguido loan aun sin conocerla la propuesta que Batasuna presentará mañana y por cuyas primeras filtraciones sabemos que es poco más de lo mismo: diálogo sí, pero sin abandonar las armas y sin voluntad alguna de condenar la violencia. Ya de paso aceptan y utilizan la terminología de los batasunos y si trouppe de criminales: “Batasuna prepara una propuesta para la resolución del conflicto político que ha generado ciertas expectativas” (las negritas son mías). Vaya, resulta que ahora no tenemos una banda de asesinos sino un “conflicto político”.

Siguiendo en la línea de considerar política lo que hacen los delincuentes dedican un extenso párrafo a glosar la carta que han lanzado seis dirigentes etarras presos. El párrafo de marras es un ejercicio de equilibrismo dialéctico tan sorprendente que no me resisto a reproducirlo prácticamente íntegro:

La carta de seis ex dirigentes de ETA desde las cárceles ha evidenciado la inutilidad del uso de la violencia, su aislamiento social y la debilidad operativa en la que se encuentra la banda, por lo que podría interpretarse como un paso histórico de alcance impredecible. Nosotros sabemos que el terrorismo, más que inútil, ha sido moralmente devastador y sólo ha prendido la llama de odio. En efecto, las armas tienen que desaparecer porque el principal respeto a la voluntad de los vascos pasa por el principio elemental del derecho a la vida y por acabar con la intimidación, pero tampoco podemos cerrar los ojos a los cambios que puedan estar produciéndose en el mundo de la izquierda abertzale(...)”.

Llamo su atención sobre la vil utilización, una vez más, de la palabra PERO. El sentido que se extrae del párrafo es claro: los asesinos deben hacer tal y cual, sin embargo la conjunción salvadora a mitad del enunciado nos aclara las cosas: lo hagan o no debemos creerles y debemos actuar como si lo hicieran. En definitiva, como si pudiera haber peros a que dejen de matar.

Desde ahí hasta el final la típica retórica de la cesión al chantaje más o menos camuflada, una cita a las víctimas para cubrir expediente y, como colofón final, explicarnos lo bueno que sería que los presos fuesen a las cárceles vascas y que Batasuna se legalizase “…no como una moneda de cambio político y mucho menos como una cesión al chantaje terrorista, sino como un paso audaz y valiente del Estado de Derecho por avanzar hacia el final del terrorismo y la consecución de la paz”.

En definitiva, una y otra vez la política que tan excelentes resultados nos ha dado: si ellos nos enseñan la uña del pie nosotros les damos la pierna entera. Ellos lo llaman “pasos audaces y valientes”, yo lo llamo cobardía institucional y estupidez, profunda y pertinaz estupidez humana de gente que no está dispuesta a que ni la realidad ni la historia le desmonten sus bonitas teorías.

Por esto y por otras muchas cosas me da usted un asco infinito, señor Elorza (dicho sea lo de señor sin ánimo de ofender a nadie).

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