23 noviembre, 2004

Que no nos digan lo que debemos pensar, por favor

La orgía de lo políticamente correcto en la que está sumergida la vida pública española es cada día más agobiante y ayer llegó a uno de sus episodios más destacados: la Secretaria de Estado de Asuntos Sociales expresó claramente su opinión respecto a lo que deben hacer los ciudadanos a la hora de rellenar la famosa casilla de la declaración de hacienda sobre a quién queremos destinar el 0,52 % de nuestros impuestos.

La señorita Valcarce demostró dos cosas, no sé cual de ellas peor de cara a desempeñar su labor política: la primera que se cree en el derecho de aconsejar a los ciudadanos en una cuestión que es, como mínimo de gustos y como poco de conciencia; la segunda el total desconocimiento, una vez más, de los mecanismos de funcionamiento de la administración que en virtud de su cargo debería dominar. Y no lo decimos por decir, sino que se puede ver en su frase literal:

Podemos dedicar nuestros impuestos o bien a financiar a la Iglesia Católica o bien a financiar otros proyectos de acción social. Cuando colocamos la cruz en Otros proyectos lo que estamos haciendo es dedicarlos a organizaciones no gubernamentales” (las negritas son mías).

Pues no señora, resulta que uno puede seleccionar las dos casillas, no una o la otra. Debería usted, como tantos miembros y miembras de su partido y su gobierno estudiar un poco más los temas sobre los que va hablar o, al menos, ser un poco más cautelosa a la hora de opinar respecto de lo que no conoce bien.

En cuanto a lo otro, el descaro con el que se nos dice desde el estado lo que debemos hacer sobre una cuestión que es estrictamente personal y está relacionada con convicciones éticas, morales y religiosas me parece totalmente inaceptable y es un ataque grave a la libertad individual.

Cuando estas cosas las hace alguien considerado “progresista” y a favor de la corriente del “buenrollismo” dominante no pasa nada, pero para que nos hagamos una idea de su gravedad basta con realizar un ejercicio imaginativo no demasiado complicado: ¿qué se habría dicho, gritado más bien, si una Secretaria de Estado del PP hubiese pedido que los ciudadanos rellenasen única y exclusivamente la casilla de la Iglesia? Efectivamente, se habrían abierto la caja de Pandora, las puertas del infierno y hasta las tumbas de Franco y José Antonio, se pedirían dimisiones y términos como fascista, nacionalcatólico o franquismo se habrían desparramado por las páginas, las pantallas y las ondas.

Pero qué casualidad, estas cosas casi nunca salen de la derecha. ¡Y luego encima se permiten ir repartiendo certificados de demócrata!

No hay comentarios: