Leo en ABC que en las guarderías catalanas se ha sustituido el tradicional Belén navideño por un invento que se ha dado en llamar “paisaje de invierno” y que consiste en una copia más o menos idéntica del belén a la que se le ha sustituido una escena trivial y secundaria: la del propio nacimiento de Cristo.
Mientras, en mi querida Madrid mi algo menos querido alcalde nos deslumbra con una iluminación navideña que tiene infinitamente más de lo primero que de lo segundo y en la que solo hecho de menos un rotundo y sonoro CACA/CULO/PEDO/PIS, simbólica frase tradicional y contestataria a un tiempo. Además, parece ser que también se ha eliminado el tradicional nacimiento, que así se llama también un belén, que se colocaba en la arcada central de la Puerta de Alcalá.
Los belenes llegaron a España, si no recuerdo mal, con el rey Carlos III, pues eran una costumbre napolitana que se trajo este Borbón que antes de ser Rey de España lo fue del pequeño Reino de Nápoles y las dos Sicilias. Casualmente, Carlos III es recordado como el “mejor alcalde de Madrid”, entre otras cosas por haber hecho ese monumento bajo el que este año otro alcalde, me temo que no tan bueno, prefiere que no haya belén.
A mí, ateo practicante, el belén navideño me resulta una costumbre de la que personalmente puedo prescindir y de hecho prescindo, pero como español lamentaría que se perdiese porque me parece bonito y porque ya que llevamos como 250 años haciéndolo. Pero lo que más lamentable me parece no es que se pierda la costumbre, que al fin y al cabo las costumbres nacen y mueren como las cucarachas, lo que resulta patético es que se vacíe completamente de su significado.
Pienso, además, que es interesante que analicemos por qué se hace esto, pues las cosas en política (y está claro que esto es política) no suelen hacerse porque sí. En ambos casos, Cataluña y Madrid, se trata obviamente de reforzar la ola de laicismo estúpido que nos invade, relegando la religión al oscuro y vergonzante recoveco que le corresponde, no en vano los curas son tipos “tenebrosos”. Además, en ambos casos también se trata de ser moderno, con un sentido de la modernidad que se reduce a despreciar lo antiguo, es decir, de una pobreza infinita.
Por último, en el caso catalán creo que hay un componente del localismo paleto del que hacen gala al por mayor las huestes nacionalista, en virtud del cual están en contra de todo aquello que tenga un pequeño tufillo a “español” en el sentido peyorativo en el que ellos utilizan el término. Por supuesto, su cerrilismo les impide ver lo muy catalana que es la tradición del belén, igual que no ven que se ha toreado en Cataluña desde hace ni se sabe.
En fin, que se vaya preparando el “caganer” que encima a él lo han pillado con los pantalones bajados.
15 diciembre, 2004
Paisaje de invierno
Posted by Unknown at 10:41 a. m. Menéame
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