23 diciembre, 2004

Viejos recuerdos de viajes navideños II

Bueno, pues como decía ayer la siguiente parada era Albacete. Por aquel entonces la Nacional atravesaba la ciudad de parte a parte, pero aunque no hubiese sido así nosotros nos metíamos por insoldables vericuetos hasta llegar a la fábrica de queso manchego Quintanilla, en la que de nuevo cargábamos al estilo ONG, en esta ocasión quesos y de nuevo para la mitad del pueblo.

Recuerdo entre brumas tres cosas de aquella vieja fábrica: la figura de su dueño, un hombre de mediana edad del que me queda un aspecto como de cansado y que llevaba gafas; la leche almacenada en las tradicionales lecheras metálicas, cremosísima, con varios dedos de nata en su superficie en los que siempre desee meter el dedo, aunque nunca lo hice; pero el recuerdo más penetrante es el olor a leche, un poquito rancio que se me hacía extremadamente apetitoso y, curiosamente, cálido.


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