Uno de los más exquisitos placeres que la gastronomía española nos puede proporcionar es la llamada Torta del Casar, un queso extremeño de consistencia blanda y prodigiosas propiedades untatorias, con un sabor recio y consistente que al mismo tiempo es suave (es decir, sin la agresividad propia de los quesos azules, un tanto excesiva para mi gusto) y que tiene un precio considerable que, no obstante, vale la pena pagar de vez en cuando.
La Torta del Casar alcanza unas cotas de exquisitez que para sí quisieran productos de lujo como el caviar si se mezcla con un buen dulce de membrillo como el que hace mi santa madre siguiendo la receta tradicional: se pelan los membrillos y se les quitan los huesos; se pone a hervir; una vez hervido se junta con una cantidad de azúcar equivalente a su peso; la mezcla se vuelve a poner al fuego y se lo hace hervir sin parar de removerlo hasta que la masa no traspasa un papel de cocina.
De todo esto se deduce que las tortas pueden ser algo sumamente satisfactorio e incluso dulce al paladar, si bien dudo que determinado señor (sin ánimo de ofender) estuviese pensando en quesos y membrillos cuando nos amenazó ayer.
La estrategia del trágala nacionalista se pone en marcha: o lo que ellos dicen (ordenan?) o las tortas. Y para que esté claro que no van de broma no olvida decir que los queseros con capucha encargados de hacer las tortas y de repartirlas no se habrán ido a casita sino que estarán al tanto y vigilando todo el proceso, ya que para celebrar el tan famoso referéndum solamente será necesaria una “tregua de ETA que sea considerada definitiva por los partidos”, es decir, ni la disolución ni tan siquiera una tregua que la propia banda anuncie como definitiva.
Por supuesto, uno de los partidos que decidirá si la tregua es o no definitiva será Batasuna, lo que ya nos parecería un rasgo de humor negro de no ser este un tema que cada vez se presta más a la risa.
El descaro con el que el PNV está moviéndose para implantar su proyecto de Euskonazión es verdaderamente notable, si bien no puedo decir que me sorprenda: en la línea del totalitarismo, el fascismo y el racismo yo siempre me espero lo mejor (es decir, lo peor) de los hijos de Sabino Arana.
La mía del Casar y con pan tostado, por favor.
05 enero, 2005
Las tortas
Posted by Unknown at 1:02 p. m. Menéame
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