12 enero, 2005

This boots are made for fighting

En cuanto vi la foto de la familia Bush en la prensa, con el actual Presidente de los EE.UU. en el centro con actitud patriarcal, esmoquin y botas de vaquero me imaginé que el asunto traería cola, vista la tradicional profundidad ideológica y conceptual con la que se maneja mayor parte de los muchos admiradores que tiene en Europa el mandatario estadounidense.

Efectivamente, así ha sido pero cuál no será mi sorpresa que mientras yo esperaba con ansiedad para leer con avidez la incendiaria prosa de Maruja al respecto me ataca por la retaguardia lo más florido de la derecha antiamericana que, como el sur, también existe.

Ayer fue Luis María Anson, de la Real Academia Española y a la sazón Presidente Fundador de La Razón, quien desde la atalaya de superioridad ética y estética que da el hecho de ser europeo y haber leído a Whitman criticaba la indumentaria con la que George W. adorna sus extremidades y, de paso, a ese gran actor que era John Wayne (“Era mi filete, Osama”).

Hoy el tema vuelve a ser tratado en las páginas de La Razón y, además, por partida doble. En primer lugar Alfonso Ussia se posiciona más o menos como su Presidente Fundador (si hay ironía la verdad es que no la acabo de pillar) en un artículo que no le ha salido demasiado sustancioso, aunque aproveche también para sumergirnos en su amplia cultura (supongo que de nuevo como contraste con lo iletrado del vaquero).

Pero el que realmente da en el clavo de la cuestión, para mi gusto, es David Gistau, uno de los columnistas más en forma actualmente de la prensa española y que tiene los testículos de hacerle casi un fisking al mismísimo Ánson en la propia “Rázon” y cuya tesis es que las botas de Bush son un aviso a los benládenes que, al fin y al cabo, también salen en las fotos con el cetme colgando.

Si tienen prisa y sólo pueden leer uno de los tres artículos no lo duden: Gistau gana por goleada.

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