Prácticamente terminada la noche electoral llega el momento de preguntarse cómo podemos leer estos resultados, tanto en lo que se refiere a su proyección europea, es decir, a lo que estos resultados pueden decir de España en Bruselas y de su utilidad para que nuestro país tenga más o menos peso específico en la unión; como en clave interna: cómo serán usados por el gobierno en su permanente campaña de imagen.
El resultado ha sido, en mi modesta opinión, relativamente mediocre. La participación es baja, no transmite ni borrachos la idea de una ciudadanía entusiasmada con el proyecto europeo, pero tampoco lo es tanto como para significar un rechazo al gobierno que pudiese causarle problemas.
Esto significará que, pese a sus esfuerzos por ser “los primeros en Europa”, España no ha logrado un resultado que nos respalde como un país netamente europeísta en Bruselas, con ese peso específico poco definible pero muy real a la hora de influir en nuestros socios de la Unión del que nunca podrá disfrutar, por ejemplo, el Reino Unido por las reticencias que todo el mundo sabe que buena parte de los británicos tienen a Europa. Y lo peor de todo es que, puestos a hacer un referéndum, puestos a aprobar una Constitución que no me entusiasma, podríamos haberlo hecho mejor y disfrutar de un resultado más positivo y más útil para todos.
En cuanto a la lectura interna de los resultados, está claro que es más bien regular para el gobierno, pero no nos engañemos, no es lo suficientemente malo como para que, gracias a su inmenso poder mediático y con los “profesionales” de PRISA y los medios públicos (valga la redundancia) remando con viento a favor, no se pueda convertir en una victoria que ríanse ustedes de la toma de Breda.
Así lo han visto los tres miembros del gobierno que han comparecido hoy frente a los periodistas y los ciudadanos, especialmente una exultante Fernández de la Vogue envuelta en una especie de cosa a mitad de camino entre el blanco virginal y el venda momia que me ha impresionado mucho o un insultante Simancas que en cuanto ve un micrófono empieza a faltar al respeto. Como bien han señalado entre lágrima y lágrima los contertulios de Jiménez Losantos en la COPE, el mismo Presidente ha empezado a hacer un uso partidista del resulta en su comparecencia “institucional” (estos socialistas desconocen completamente el significado de esa palabra) al decir algo así como que llevar a España al corazón de Europa era “un empeño personal” suyo.
En resumen, como plebiscito el resultado ha sido poca cosa, pero teniendo en cuenta los canales de amplificación de los que disponen magna victoria habemus.
20 febrero, 2005
¿Un éxito para ZP?
Posted by Unknown at 11:35 p. m. Menéame
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