09 junio, 2005

El pecado… de no saberse callar a tiempo

Nuestra presidenta de asociación preferida, Pilar Manjón, lleva una temporada en la cuesta abajo, sin frenos, y tropezando con todas las zarzas y ortigas de la pendiente, que cuando las buscas con tanto ahínco son muchas y de gran tamaño.

La última joyita de este personaje (pues ella misma ha decidido voluntariamente que la persona pase a un segundo plano) ha llegado después de una catarata de sabiduría en la que nos ha iluminado sobre temas de tanto interés como qué terrorismo debe importarle a quién o una hermosa disertación sobre las víctimas mediáticas, tan brillante que días después de haber metido la pata nos aseguró, tan sincera ella, que jamás había dicho lo que las grabadoras tenían convenientemente registrado (ya decía mi abuela que todos esos aparatos modernos no podían traer nada bueno).

Bueno, pues resulta que ahora Pilarica está amenazada de muerte, o al menos eso dice (no es que yo dude de su sinceridad, a estas alturas es que directamente no me creo nada de lo que sale por esa boquita), y ella asegura que su pecado es “que a mi hijo no le asesinó quien ellos querían y punto”.

La frase, además de constatar que ya no quedan comunistas ateos como los de antes (¿a qué utilizar un concepto tan judeocristiano como el pecado?) nos revela una vez más y en toda su intensidad la podredumbre moral que corroe a esta mujer y que, con más frecuencia de la que sería deseable, se le sale a borbotones por la boca.

Yo no sé si esta señora es tan mala persona como parece o es que está comprensiblemente trastornada por la desgracia que le ha caído encima y cuya magnitud incluso los que hemos perdido a alguien muy querido sólo podemos imaginar. Sin embargo, creo que ya va siendo hora de que alguien cercano le diga con mucho cariño que está perdiendo los papeles y que cuando todo lo que se tiene que decir son cosas como esa lo mejor es estarse callado, no para esta o aquella asociación, ni tan siquiera para uno u otro partido político, sino sobre todo, para ella y los suyos.

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