Se han producido últimamente una serie de episodios de violencia juvenil cuyo último episodio ha sido una pelea en la que tres alumnos han apuñalado a otros con sus navajas. Obviamente es una noticia, o una sucesión de hechos, bastante preocupante, especialmente porque en muchos casos esa violencia está relacionada con los conflictos que causa la presencia masiva de jóvenes inmigrantes, en muchos casos y como es lógico con ciertos problemas de adaptación, tanto para los que llegan como para los que los reciben.
Está claro que la inmigración es un fenómeno nuevo y como tal provocará problemas del mismo modo que solucionará otros, pero si hay algo estúpido en relación con esta cosas es relativizarlas y, todavía peor, justificarlas. En la idea de evitar los posibles brotes de racismo lo que se hace es azuzarlos, porque no hay nada que estimule tanto la violencia y el racismo como la sensación de impunidad del criminal y de desprotección de las víctimas.
Precisamente eso es lo que yo diría que hace el Jefe de Estudios del Instituto Margarita Xirgù, donde ocurrieron los apuñalamientos, y que responde al nombre de Joan Sales. Lo primero que me llama la atención de las declaraciones de este buen hombre es que ha puesto el dedo de señalar encima de las víctimas, acusándoles de ser unos “alumnos desclasados y conflictivos, que en el tercer trimestre están aburridos y buscan camorra allí donde la encuentran”. No, si al final, todavía tendrán que dar las gracias por seguir vivos…
Por si esto fuera poco, el señor Sales piensa que apuñalar a un compañero de instituto es, simplemente, un hecho cultural más: “Les han buscado las cosquillas y ellos han reaccionado, creemos nosotros, de la única manera que en su cultura saben reaccionar, que es si la pelea va a más, sacar las navajas”. Bien, muy bien, me pregunto si también considera el canibalismo como otra forma más de la gastronomía.
Eso sí, como se trata de un hecho aislado (faltaría más) no hay que tomar medidas de seguridad, que ya se sabe que la seguridad es algo fascista: “Si en el instituto tuviéramos vallas electrificadas y arcos metálicos seguramente esto no hubiera pasado, pero este no es el modelo de escuela por el que apostamos”, ha indicado Sales que se ve que apuesta por una escuela modelo “West Side Story” pero sin canciones, y es que “cuando se educa en libertad se corre el riesgo de repetir dentro del centro lo que pasa en la calle”; pues oiga señor, en mi calle esas cosas no suelen ocurrir, a ver si va a ser que está usted confundiendo la libertad con la ley de la selva.
Lo curioso es que el señor jefe de estudios no quiere el modelo de los arcos de seguridad, pero no dice nada sobre lo que parece un hermoso fracaso de su propio modelo, pues el instituto en cuestión contaba desde hace años con algo llamado “programa de mediación escolar”, que supongo que será algo así como unos cursos de talante. Por supuesto, nadie se pregunta de qué ha servido ese programa, sino que ya se habla de que le van a dar más dinero.
No, si por dinero (público) no va a ser.
PD.: Según estoy terminando este artículo escucho a César Vidal, completamente indignado, que ha tratado hoy esta noticia y ha puesto al ínclito Joan Sales de chupa de dómine, como se solía decir.
01 junio, 2005
¿Las navajas como cultura?
Posted by Unknown at 8:55 p. m. Menéame
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