14 junio, 2005

Petróleo por caviar

El programa de la ONU en Irak ha sido, como mínimo, un cúmulo de irregularidades francamente sospechoso para la organización y, sin duda, una herramienta del régimen de Sadam Hussein para corromper a políticos y periodistas de aquí y de allá.

Esto ya es bastante grave para una organización como la ONU, cuya principal fuerza debería estar en una impecable trayectoria ética y democrática (esto último materialmente imposible dadas las características intrínsecas del chiringo), pero peor todavía quedaría el asunto, si es que puede estar peor, si se descubriera que el Secretario General se viera de alguna forma mezclado con los hechos.

Hasta ahora, y por encima de que en una de las empresas implicadas trabajaba su hijo, un hecho cuanto menos susceptible de levantar no pocas suspicacias, la figura del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, había quedado exonerada, pero hoy aparece una nueva información según la cual el Sr. Annan podría haber estado al tanto de que la empresa en la que trabajaba su hijo luchaba por conseguir un contrato con la ONU, cosa que él había negado hasta ahora, e incluso les había prometido su ayuda.

La historia se va volviendo turbia, veremos por donde van los próximos pasos.

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