Dentro de un ratito empezará el debate del “Estatut” en el Parlamento catalán. Tras dos años de no hacer otra cosa los políticos catalanes han llegado tan a la greña que Maragall les ha tenido que convocar a última hora a ver si logran salvar algo. Creo que todo lo que está pasando alrededor de esta ley es el mejor ejemplo de la descomposición de la política catalana que no refleja sino el endeble estado de salud, física y moral por así decirlo, de la sociedad civil de Cataluña.
Todo el mundo sabe que a los ciudadanos catalanes no les preocupa lo más mínimo el nuevo “Estatut”, todas las encuestas reflejan que la inmensa mayoría se sienten a gusto en el actual marco legal que permite unos grados de autogobierno que no se encuentran en prácticamente ningún otro país de Europa, exceptuando quizá los realmente federales como Suiza y ni aun así. Sin embargo, los políticos no han hecho otra cosa que darle al manubrio del “Estatut”; y a pesar de ello llegarán las próximas elecciones les volverán a votar. Si eso no es una sociedad enferma que venga Dios y lo vea.
Solo nos queda por saber si CiU va a pasar por el aro del tripartito firmando su defunción política y, lo que es todavía más importante, si el PSOE permitirá que una ley que habla de “la nación catalana”, del “proceso de construcción nacional de Cataluña” y de “La vocación de los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña de determinar libremente su futuro” se apruebe en el parlamento de España.
Si es así habremos llegado al rocambolesco momento de que una parte de España decidirá por todos los demás que somos un estado federal, que la Constitución del 78 ya no nos sirve y que el propio concepto de España, una realidad que sólo tiene 500 añitos y que es la única que nos garantiza ciertas cotas de libertad y prosperidad, es sustituido por una serie de entelequias que nunca han sido reales.
Yo no sé a ustedes, pero a mi se me hace difícil hasta comprender como hemos llegado a este punto.
28 septiembre, 2005
La hora de la verdad del “Estatut”
Posted by Unknown at 9:16 a. m. Menéame
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