24 septiembre, 2005

¡No al trullo!

Llega el SXXI y vamos entrando poco a poco en la modernidad, así algunas cosas pasan de moda y poco a poco se olvidan y se guardan en ese baúl que no sería capaz de abrir ni Karina en sus mejores momentos. Así ya hace tiempo que hemos abandonado el VHS, las luces de gas o el R12, por poner algún ejemplo.

Pero la evolución de la sociedad no puede pararse y ahora tenemos que seguir desembarazándonos de cosas e instituciones superadas por el devenir de desarrollo social. Un ejemplo de esto son, según nos ha anunciado ceremoniosamente la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, las cárceles, esos establecimientos fascistoides basados en el anticuado y derechista principio de que el delincuente no debe vivir libremente en mitad de la sociedad contra la que arremete.

Porque, señores: ¿qué mierda de sociedad es esa que no se deja agredir tranquilamente? Es más: ¿qué culpa tiene el delincuente que se ve abocado al delito por esta sociedad mercantilista y neoliberal? Porque obviamente la culpa de los delitos no la tiene el ladrón, el estafador o el asesino, sino personajes como Aznar y Bush que en lugar de un modelo basado en la kooperación, la okupación y la autogestión nos proponen una sociedad fascista en la que unos tienen más que otros, oh suprema injusticia.

Como la profundidad del razonamiento es similar a la de la Fosa de las Marianas les voy poner un ejemplo para que ustedes lo entiendan mejor: el pobre ciudadano delincuente (no vamos a utilizar expresiones insultantes como ladrón, aunque ahora que lo pienso creo que el término correcto es “ciudadano abocado a la delincuencia”) que un día me pone un “shirla” en el cuello y me quita la tarjeta y el “peluco” no lo hace por un afán materialista que sin duda no comparte, sino para remover mi conciencia y que me percate de que por ese camino de vacuo consumismo no voy a ninguna parte.

Por otra parte, no debemos perder de vista nuestra obligación como sociedad solidaria de ofrecer la adecuada protección al choriz… digo al “ciudadano abocado a la delincuencia” frente a las hordas fascistas que pretenden hacerle pagar por sus actos como si él tuviera la culpa de ellos, cuando todos sabemos que en realidad la culpa de todo es del mar de injusticia universal y de lo que estamos tardando en implementar la alianza de civilizaciones.

Así las cosas, Mercedes Gallizo nos dice que “ha llegado el momento de que la sociedad moderna supere la idea de que las prisiones sean el destino inevitable al que están abocadas todas las personas que, por los motivos que sean, llegan a infringir las normas penales”. Yo he de hacer notar desde esta modesta tribuna que no sólo estoy de acuerdo con ella sino que hay que ir más allá: debemos esforzarnos en proteger la libertad de aquel que elige la delincuencia como opción vital básica, puesto que esta es una decisión tan legítima como cualquier otra, y como la mayor parte de los ciudadanos burgueses de esta sociedad mercantilista no están preparados para ese paso propongo no sólo que se libere a los asesinos y ladron… digoo a los “ciudadanos abocados a la delincuencia” sino que se encarcele a todos los demás para que no vayan jodiendo con sus remilgos y su falsa moralidad capitalista y dejen a la peña que saquee a gusto.

Porque oiga, si de ser modernos y guays se trata, yo el que más.

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