Frente a la base americana de Guantánamo, cuna y sede de todos los males carcelarios del mundo, se levanta una prisión cubana de la que oímos hablar muy pocas veces en la radio o en la televisión, de la que casi ningún columnista escribe y que rara vez aparece en los informes de Amnistía Internacional o similares (o que quizá aparezca en el informe a veces pero jamás en el resumen que de él hace la prensa).
La prisión también se llama Guantánamo y en ella suelen encerrarse los presos políticos, en ocasiones por la cara, en ocasiones por excusas absolutamente peregrinas y que, de no ser por su contenido trágico, moverían a la risa. Por ejemplo, nos cuenta Raúl Rivero sobre una de las detenciones de su compatriota Víctor Rolando Arroyo:
"En febrero de 2000 volvió a los calabozos. Ahora por seis meses y mediante una figura jurídica que estaba en desuso. Arroyo se dedicó a comprar juguetes en dólares en las tiendas especiales para regalarlos a los niños pobres el día de los Reyes Magos. El dinero le llegaba por donaciones de instituciones y familias cubanas radicadas en el sur de Florida. Lo acusaron de acaparar bienes públicos y le confiscaron los juguetes".Rivero ha escrito una escalofriante columna que reproduce hoy El Diario Exterior sobre la situación de este periodista que fue detenido en la ola represiva del 2003 y que está en huelga de hambre en la cárcel por los continuos abusos a los que se ve sometido. El artículo es también un tremendo repaso a las prácticas habituales de la dictadura del Coma Andante para con aquellos que se atreven a opinar de forma diferente, para los que osan discrepar del paraíso tropical y comunista que tanto encandila a nuestra izquierda.
No creo que contribuya a alegrarles la mañana, pero es lectura imprescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario