Llevamos casi cinco años en el S XXI, se supone que el de la información y el conocimiento, herramientas como Internet llevan cantidades ingentes de datos a los hogares de forma cómoda, instantánea y en la mayor parte de las ocasiones gratuita (o a un coste despreciable), sin embargo todavía estamos atrapados en una inmensa telaraña de mitos, medias verdades y mentiras enteras que mediatizan nuestras decisiones en muchos campos: la política, el consumo…
Leo con sorpresa que unos hombres se han empeñado en luchar contra uno de esos mitos y, como era de esperar, están levantando una sana polvareda de polémica en su país de origen, el Reino Unido, que me imagino se irá reproduciendo en todos aquellos lugares a los que llegue su libro, un libro en los que se ataca el sacrosanto concepto de “comida basura”.
Uno de los editores, Vincent Marks, Catedrático de Bioquímica Clínica en la Universidad de Surrey, lo explica con una lógica que no puede ser más aplastante:
“Etiquetar la comida como 'basura' es una forma diferente de decir 'la desapruebo'. Hay malas dietas, es decir, malas mezclas y cantidades de comida, pero no hay 'malas comidas', excepto aquellas que se han estropeado por la contaminación o el deterioro”.El libro tiene un título sumamente revelador: “Nación en pánico: desvelando los mitos sobre comida y salud”, porque al final lo que se esconde detrás de todos estos cuentos, bien sean sobre comida, calentamiento global o drogas, es la voluntad de influir en el consumidor por la vía del miedo, hurtando una información razonable que pueda dar lugar a decisiones razonables y, en muchas ocasiones, dando origen a pautas de consumo absolutamente desquiciadas y, por tanto, insanas.
¿Tendrá esto tanta repercusión como la divertida y brillante tontería de Super Size Me? No creo, pero ahí queda.
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