Que la relación de los bancos y los partidos políticos no es todo lo limpia que la higiene democrática haría deseable es algo que todos sabemos, cuentan con créditos a intereses a los que no llegamos los ciudadanos del común, con todas las facilidades de pago que uno pueda imaginar y, normalmente, necesitando menos avalistas que una parejita de recién casados que se va a comprar un piso en Sanchinarro.
Sin embargo, hay una diferencia entre determinadas prácticas cariñosas, por así llamarlas, y la corrupción descarada: el intercambio de millones por no sabemos qué favores, aunque sin saberlos es bien fácil intuirlos. Porque no nos engañemos: nadie da duros a cuatro pesetas y, menos todavía, regala los millones de Euros por simpatía y amor al prójimo.
Viene todo esto a cuento de que La Caixa, (sí, el mayor accionista de Gas Natural) le ha perdonado seis millones y medio de Euros al PSC (sí, el partido del que es Secretario General el Ministro de Industria) en un arranque de cristiana conmiseración, que es para lo que los bancos han venido al mundo: para apiadarse… de los poderosos.
Habrá malpensados que establezcan una mórbida relación entre esta condonación de deuda, que tuvo lugar poco después de que el máximo responsable de la entidad perdonada fuese nombrado Ministro de Industria, y la operación que está intentando desarrollar una de las compañías industriales participadas por la entidad perdonadora justo en un sector que regula dicho ministerio, pero ustedes no les hagan caso: son los crispadores de siempre que andan por ahí sembrando el odio, los muy cabrones pretenden hasta que se cumplan las leyes y las normas básicas de la ética, fascistas…
Por cierto: enhorabuena al Presidente Zapatero que ha logrado que empiecen a pillarle las corruptelas a sus ministros años antes que de lo que lo hizo Felipe Gonzáles, tú si que eres un tío José Luis.
- Oiga por favor, ¿la democracia ejemplar?
- ¡Mierda, se me ha olvidado encima del piano!
10 noviembre, 2005
Caja de Ahorros y Montilla de Piedad
Posted by Unknown at 9:04 a. m. Menéame
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