22 noviembre, 2005

Tras “Juana la ninfómana” llega… ¡¡Santa Teresa la tía buena!!

Me entero en El Mundo de que el escritor (?) Ray Loriga va a realizar su segunda película como director de cine y ha elegido para la ocasión un proyecto de fuste: ni más ni menos que la vida de una de las españolas más influyentes de la historia, Santa Teresa de Ávila, que ya fue interpretada con singular fortuna en una excelente serie televisiva (qué tiempos aquellos…) por Concha Velasco, otra española de armas tomar.

El propio Ray Loriga se encargará del guión pero lo más sorprendente del proyecto, desde mi modesto punto de vista, es la elección de la actriz que encarnará a la Santa, nada más y nada menos que la sin par Paz Vega, bellezón oficial de cine hispano y a la que pudimos ver desde todas las perspectivas en aquel bodrio llamado “Lucía y el sexo”, el más pretencioso monumento a la masturbación jamás rodado.

Será que todavía tengo en la retina las tórridas escenas de la película de Medem (lo único rescatable de ella, por cierto, y muy especialmente el glorioso momento de Elena Anaya en un sofá sola o en compañía de “otro”) o será que la última recreación histórica de cine español que he visto fue ese bodrio del no menos pajillero Vicente Aranda, soporífero filme que di en titular por mi cuenta “Juana la ninfómana” y en la que, de nuevo, lo único que valía la pena era la preciosa presencia y magnífica actuación de Pilar López de Ayala, tienen buen gusto escogiendo los jodíos; el caso es que me da en la nariz que el Sr. Loriga quiere obsequiarnos con la típica versión B de la vida de Santa Teresa, que a poco que nos descuidemos se lo montará con San Juan de la Cruz (seguro que interpretado por otro muy creíble efebo tipo Juan Diego Botto o Eduardo Noriega) mientras unas novicias contemplan arrobadas la escena, se remangan los hábitos en lugar de colgarlos y son presa de un éxtasis no precisamente místico.

El propio Loriga nos advierte al respecto, pues su intención no es otra que “huir de la normalización que se suele hacer con la vida de los santos, de su reducción a una anécdota, a una estampita”, pues según él se trata de “seres excepcionales, con experiencias vitales excesivas”. Vamos, que no sé que entenderá este hombre por excesivo pero intuyo que las largas horas de meditación, rezo y cilicio (y eso sí que son “experiencias vitales excesivas”) serán consideradas poco cinematográficas…

Ojo, es posible que me equivoque y el Sr. Loriga nos cuente una hermosa historia plena de cristiano fervor y admiración por la obra de la santa abulense o una desgarradora fábula sobre la dualidad cuerpo alma en un plano de lo más simbólico, lo mismo me da que me da lo mismo: haga lo que haga lo más seguro es que no logre ofender sino la inteligencia de los espectadores que se acerquen a las salas al olor del coño de Paz Vega (lectores sorprendidos: esta expresión mal sonante no es sino un guiño cinéfilo, no se me subleven) y, más que probablemente, a nuestros bolsillos de sufridos contribuyentes. Digo esto porque si se monta el típico pollo ofensivo-escandalizado creo que hay una cosa que debe quedarles clara a unos y a otros: personajes como Santa Teresa quedan muy por encima del alcance de los escupitajos del cine español.

Por cierto, ahora que saco el tema del “maltratado” cine patrio, gremio profusa, generosa y “desinteresadamente” regado con subvenciones desde la ascensión de Cetapé a los cielos monclovitas, en la información de El Mundo se detalla que andan los peliculeros buscando extras por Trujillo, ciudad (no ministra) donde se rodarán varias escenas. Ojo a la prodigalidad de estos saqueadores del presupuesto público: jornadas de trabajo de 12 horas (en las que según me contó un amigo que pasó por similares lides uno puede llegar a ser puteado concienzudamente) a cambio de 30 estupendos eurazos.

Eso sí que es una honda preocupación social y un desesperado afán redistributivo, ¿eh?

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