Protestábamos por aquí hace unas semanas por que se le dedicase una calle de mi ciudad al eximio periodista Eduardo Haro Tecglen, cuyos méritos personales y profesionales me parecían algo dudosos. Apunté entonces que me parecía una concesión estúpida a determinado buenrollismo que, además, no venía al caso.
Bien, tengo que reconocer que quizá me haya equivocado y no se tratase de la aparente “maricomplejinada” que yo había visto sino de una depuradísima maniobra política de Gallardón para sacar al descubierto, una vez más, el sectarismo patológico de la izquierda española, enfermizo hasta la nausea, completamente incurable e incapaz de comprender conceptos como “una pa ti y otra pa mi” o “piensa diferente pero escribe bien”.
Y es que leo hoy en ABC que los grupos municipales de PSOE e IU se opondrán a que se dedique una calle de Madrid a Jaime Campmany, del mismo modo que se ha decidido hacer con Haro. Personalmente, Campmany me parecía un periodista mucho más interesante que Haro, no sólo porque tuviese con él mayor afinidad ideológica (no podía ser menos: no era un liberticida) sino porque sus artículos me parecían infinitamente mejores que los del “niño republicano”.
Sin embargo, a los representantes municipales de la izquierda los muchos méritos profesionales de Campmany no les parecen suficientes ya que era “cercano al franquismo, homófobo, machista y antidemocrático”. Coño, más cercano al franquismo que estuvo Haro, claro, que Campmany no le dedico un artículo expiatorio al padre de los pueblos, Iosif Stalin, para compensar los muchos servicios que le hizo al Franquismo, supongo que con una pistola apostada en la sien.
Emilio Campmany, hijo de Jaime, escribe hoy también en ABC un excelente artículo en el que lamenta que los políticos de izquierdas no sean capaces de entender que la rivalidad que su padre tenía con Haro partía del respeto mutuo, tanto por la persona como por el trabajo que cada uno de ellos realizaba.
Pues no Emilio, Jaime, ya veis que el respeto de la izquierda sólo puede ser para los suyos, que solo pueden admirar y honrar a los sumisos ideológicamente, que para su enemigo ni agua, ni calle, ni subvención, ni respeto y, en cuanto pueden, ni emisoras.
22 noviembre, 2005
El sectarismo patológico de nuestra izquierda
Posted by Unknown at 11:12 a. m. Menéame
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