10 diciembre, 2005

Ah, la “grandeur”

Es cierto que de un tiempo a esta parte nuestros vecinos galos no son lo que eran, tras dos o tres siglos de liderazgo artístico y cultural parece que anda Francia un tanto anquilosada y, después de tener líderes discutibles pero no exentos de una dimensión extraordinaria como Napoleón o De Gaulle, ahora la política francesa parece más que nunca una batalla entre mediocridades la peor de las cuales ostenta la Presidencia de la República.

No obstante, a los franceses les queda algo de aquella “grandeur” que les hizo famosos y que tan bien han sabido exportar como una verdadera marca comercial, ya no escriben como Proust o Balzac ni revolucionan el arte como Duchamp, pero mientras en España las revistas femeninas estimulan a sus lectoras con monográficos presidenciales o desfiles ministeriales, las francesas les regalan… vibradores.

Para mi la derrota hispana es por goleada: nos han devuelto la ensalada de tortas que les propinamos en Bailén, nos han metido el dos de mayo por salva sea la parte y puede que la Virgen del Pilar siga sin querer ser francesa, pero todas las demás mozas aragonesas (y las catalanas, valencianas o vascas, hasta las andaluzas y eso que les queda más lejos) no tendrían la más mínima duda al respecto de no ser porque sus congéneres allende los Pirineos se les han adelantado y, con una voracidad propia de otros menesteres (o no), han agotado la edición completa de la revista.

No obstante, en el hecho mismo que revela la "grandeur" vemos también el reflejo de la decadencia gala: sólo la mitad de las revistas llevaban el regalo de marras. ¿Qué habrá sido de las restantes 50.000 lectoras que se hayan acercado al quiosco ávidas de “buenas vibraciones para el 2006” (que era el picante titular de la revista)? ¿Corre en este momento por las calles francesas un ejército de féminas en busca de consuelo vibrátil?

Me temo que este fin de semana van a arder algo más que coches en París…

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