07 diciembre, 2005

Aquí huele a muerto (y yo no he sido)

Comentan las malas lenguas radiofónicas que ayer, mientras se celebraba en el Congreso de los Diputados el aniversario de la Constitución, José Montilla andaba por los pasillos cabizbajo y solitario, el Ministro estaba triste, qué tendría el ministro, los suspiros se escapaban de su boca de fresa… como los morosos de las redes recaudatorias de La Caixa.

Oyendo esto pensé en que el pobre Montilla (entiéndase esto en el sentido metafórico) ya emite los desagradables efluvios propios de un cadáver político, aromas que aconsejan establecer cierta separación prudencial entre el emisor y uno mismo, especialmente en ámbitos públicos o a la luz de los focos de la canallesca.

En esto, intranquilo y preocupado por el futuro de este estudioso bonhome, leo las declaraciones que al respecto hizo su jefe (al menos en teoría) el Presidente del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero apoya a su subordinado (al menos en teoría) con la solidez y la contundencia con la que el presidente del equipo colista de Primera apoya a su entrenador… días antes de destituirlo. Y es que según ZP Montilla está demostrando “una fortaleza llamativa” (más o menos lo mismo creo yo que contar “con toda la confianza”) aunque no nos aclara si lo que le llama la atención es que a estas horas no esté corrido de vergüenza, como decían los antiguos, y llorando en el WC de la sucursal más cercana de cierta entidad financiera catalana.

Para colmo de males veo esta mañana al pobre hombre en su pantalla amiga (su de él, me refiero a la Primera, aunque la verdad es que también podría ser cualquiera de los informativos dirigido por Juan Pedro Valentín, nunca un apellido tuvo tanta ironía) y se me aparece demacrado, cariacontecido, demudada la color y con un hilo de voz que casi no le llega al micrófono, respondiendo a las domesticadas preguntas del reportero con menos garra que el león de “El mago de Oz” después de hacerse la manicura.

En resumidas cuentas, son todos indicios de que un político tiene las horas de poltrona contadas, cada uno de ellos por separado quizá no sería tan significativo, pero la acumulación de varios en tan corto espacio de tiempo me parece más contundente que una esquela. Ahora todo depende de lo que Zapatero y el propio Montilla quieran prolongar la agonía, pero es cuestión de tiempo que el segundo deje la política y vuelva a su actividad privada, es decir a… vamos, que retome sus negocios en… estooo, que vuelva a dedicarse a… joder, ¡¡pues que vuelva a la facultad!!

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