15 diciembre, 2005

Luis Francisco Esplá, un hombre cabal

Vamos a descansar un poco de la agobiante actualidad política y a acerquémonos a un personaje que me parece francamente interesante y que se asoma muy de tarde en tarde a los medios de comunicación, se trata de Luis Francisco Esplá, torero, pintor y parece ser que desde hace poco conferenciante, a quien hacen una interesante entrevista en el suplemento de toros de Periodista Digital.

Esplá siempre ha sido un hombre inteligente, tanto dentro de la plaza (donde ha demostrado un sentido de la lidia muy poco común) como fuera de ella, pues en su discreta vida pública ha demostrado una educación, un saber estar y una elegancia nada habituales en personajes públicos.

Personalmente, siempre he pensado que la gente que no le guarda un mínimo respeto a lo que hace no merece que yo le guarde a ellos ninguno, algo así debe pensar el propio Esplá que siempre ha entendido que ser torero es algo más que vestirse de luces y hacer el mono delante del toro, algo que nos puede gustar más o menos pero que creo que no es cosa baladí si, como en su caso, se hace desde la elegancia y la profesionalidad.

Recuerdo un par de anécdotas curiosas alrededor de Esplá que creo que ayudan a entender el personaje, la primera de ellas ocurrió en la Plaza de las Ventas, cuando iba yo por allí unas cuantas veces al año en mis tiempos de semitaurino: estaba Luis Francisco toreando a una fiera corrupia con dos cuernos largos como los brazos de un mandril y afilados cual katanas japonesas, en esto el toro se revuelve y le mete un viaje en el trasero que lo levanta por encima de su cabeza. Como ya llevábamos un buen rato viendo lo peligroso que era ese morlaco astifino automáticamente todos los presentes pensamos que había corneado al maestro.

Para nuestra sorpresa una vez devuelto a la tierra el matador se levanta y, más torero que nunca, coge sus trastos, termina la faena y da muerte a su enemigo. Después de eso y con la plaza puesta en pie se retira andando hasta la enfermería. Al día siguiente me enteré en la crónica del ABC de que no sólo tenía cornada sino que ésta era un cornalón de 20 centímetros.

La segunda anécdota la disfruté una tarde veraniega a través de la televisión, hace todavía más años que la anterior: toreando a un bicho de características similares al que después le cornearía en Madrid, es decir, un verdadero asesino con cuernos y peor instinto que Jack el Destripador, Esplá estaba pasando un verdadero calvario. Una vez terminada la lidia, tras varias tarascadas y salvando el pellejo gracias a su saber y a su experiencia el torero se acerca al callejón con una cara verdaderamente de circunstancias. El aguerrido reportero se apresta a interrogarle:

- Un toro complicado de lidia difícil, Luis Francisco – no soy capaz de recordar la frase literal pero era algo así.
- ¿Complicado? – responde Esplá con un una pregunta – ¡¡Este toro lo que era era un hijo de puta!!

Momento de sinceridad y de genial resumen de la media hora de amargura que se había pasado el hombre. Una única frase que me pareció todo un tratado de tauromaquia.

La entrevista que ha motivado este artículo es algo más extensa que esa frase y algo menos contundente, pero refleja a un personaje inteligente y honrado con su profesión, una “avis” más rara de lo que parece. Lo dicho, ya quedan pocos “cabales”.

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