Muchos hemos criticado la política exterior del actual gobierno por su falta de ética: allá donde hubiera una dictadura o un régimen sólo formalmente democrático estaban Zapatero y Moratinos prestos al diálogo, la comprensión y el entendimiento. No es muy comprensible, al menos para un servidor, que estemos a partir un piñón con países tan "sospechosos" como Irán o Venezuela o que recibamos como héroes a tipos del estilo de Evo, que hacen del antiespañolismo buena parte de su estrategia.
Sin embargo, se nos decía, en las relaciones internacionales hay que ser pragmáticos, con la confrontación no se consigue nada y por el contrario manteniendo una actitud dialogante y abierta hasta el más cerril de los dictadores se convierte poco menos que en el osito de mimosín.
Pues este fin de semana hemos descubierto que tampoco.
Lo más notable del escándalo en la Cumbre Iberoamericana no es que por primera vez en la historia el Rey (o cualquier otro jefe de estado) haya tenido que abandonar la sala ante el enésimo insulto a su país, o que mandase callar a un gorila que usurpaba maleducadamente el turno del palabra del presidente, lo más llamativo es que se ha expuesto de forma inmejorable el fracaso de casi cuatro años de una política exterior que haciendo bandera del "buenrrollismo" nos ha dejado como el pito del sereno ante potencias de la talla política y moral de Venezuela o Nicaragua.
Ya sé que con responsables como Moratinos no se puede esperar mucho pero... ¿tan poco?
12 noviembre, 2007
Cumbres cochambrosas
Posted by Unknown at 6:15 p. m. Menéame
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