09 marzo, 2009

¿Y si estamos enterrando demasiado pronto al nacionalismo?

Hay una lectura de los resultados de las pasadas citas electorales del 1 de marzo que me está sorprendiendo bastante y que, en mi modesta opinión, adolece de no poca precipitación y algo del "wishful thinking" para el que, ahora que lo pienso, todavía no hemos encontrado traducción.

Me estoy refiriendo a la ampliamente refrendada y festejada defunción del nacionalismo, que a tenor de algunos ha sufrido una doble derrota histórica que lo va a dejar poco menos que fundido por los siglos de los siglos amén. Una conclusión que me parece que está muy lejos de ser correcta.

¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque un simple recuento de los votos en el principal escenario de esa derrota: la suma de los partidos nacionalistas supera los 532.000 (incluyo en este grupo a la IU de Madrazo que lleva años felizmente integrada en el bloque nacionalista). Aún sin tener en cuenta los 100.000 votos nulos que han seguido al pie de la letra la consigna etarra son bastantes más de los 483.000 votos q suman PSE, PP y UPyD.

Por otra parte, aunque la aritmética electoral le coloque en una posición bien distinta, no conviene olvidar que Patxi López está donde está no para enfrentarse directamente al nacionalismo sino precisamente para lo contrario, para entenderse mejor con el nacionalismo, por eso y para eso tomó el relevo de alguien como Nicolás Redondo Terreros, que sí tenía claro que debía enfrentarse al nacionalismo.

Por lo que respecta al segundo escenario de esa derrota, Galicia, creo que se nos está vendiendo como antinacionalista una victoria que quizá lo sea en parte, pero no por un movimiento de fondo sino precisamente por la deriva que en los últimos tiempo había tomado la Xunta empujada por un BNG que, no lo olvidemos, tiene menos del 20% de los votos y nunca ha llegado al 25% (y aunque en el 97 rozó esa cifra de eso ya hace 12 años). Es decir, que en Galicia se ha derrotado a un nacionalismo que nunca ha sido un enemigo de la formidable envergadura que tiene el vasco o el catalán.

Y nos queda un tercer lugar en el que el nacionalismo está teniendo un impacto y un peligro: Cataluña, donde
en las últimas autonómicas supuso más o menos el 85% de los votos ya que el PSC e ICV creo que a estas alturas son dos partidos nacionalistas más. Y aún sin contar con ellos la suma de CiU (cada ve más radical) y ERC (igual de radical que siempre) supone un jugoso 45% mientras que la de PP y C's apenas llega al 13%.

Ese baile de porcentajes en Cataluña (ahora incluyo a este ahora no) es el ejemplo perfecto de verdadera razón por la que el nacionalismo en España está vivo y no goza de tan mala salud como parece que quieren hacernos ver: la izquierda en general y el PSOE en particular han aceptado la mayor parte de sus planteamientos e incluso de sus símbolos. ¿Quieren un ejemplo de ello? Lo tienen en la famosa comparecencia de Patxi López del otro día cuando, pese a poner de vuelta y media al PNV, a su espalda y en su solapa lucía... la bandera del PNV.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según los científicos, la visión pesimista se acerca más a la realidad que la visión optimista, pero la visión optimista es más adecuada y más eficaz para enfrentarse a los problemas.

De todos modos, yo soy pesimista también. Como diría el vizconde de Valmont, "no puedo evitarlo".