Si unas elecciones que arrojan un resultado contante y sonante las gana todo el mundo, cuánto más un debate cuyo único resultado en cifras serán algunas encuestas de fiabilidad dudosa. Luego estaremos los periodistas y nuestras reflexiones, que por mucho que razonemos sólo serán tenidas en cuenta por aquellos que compartan nuestras posiciones de partida y por los que estén de acuerdo con nuestras conclusiones.
Digo todo esto porque, al final, me parece irrelevante decir si ha ganado Rajoy o Zapatero y, además, tampoco creo que eso tenga en la opinión pública una importancia como la que los medios parecemos querer darle.
Pero como uno se debe a su público y tampoco voy a ser yo el que rompa las tradiciones, les diré que en mi opinión Rajoy ha estado mejor en este debate, lo que tampoco quiere decir que me haya gustado mucho, pero en conjunto y valorando tanto el fondo argumental como la pelea en la tribuna, creo que ha superado a Zapatero.
La primera intervención del presidente del Gobierno no ha estado mal en las formas, pero esa promesa de dinero público a raudales para todo y para todos es un despropósito. Cambiar el modelo productivo (y mira que se ha puesto pesadito con la frase) a base de subvenciones se me antoja un dislate, casi tan loco como creer que el saco del dinero público es infinito, además de no ser de nadie, como diría Carmen Calvo.
Paradójicamente, es probable que ese catálogo de irracionales dádivas (por momentos me ha recordado cómo reparten caramelos los Reyes Magos durante la cabalgata) sea lo que decida la victoria de Zapatero en las televisiones y medios.
Pero hace falta algo más, creo yo, para sacarnos de ésta o para dejarnos que salgamos por nosotros mismos, y ese algo más, ese plan lógico en el que se incluyan serias reformas (y algunas dolorosas), queda inédito, sumergido en una catarata de ocurrencias millonarias.
También a Rajoy le ha faltado valentía de adelantar alguna de esas reformas que según él hacen falta: a ver cuándo admiten que la reforma laboral tiene que ir por hacer el mercado más flexible; a ver cuándo son capaces de decir que la reforma del mercado energético o va por el camino de las nucleares o no sirve de nada; a ver si alguna vez dicen que el recorte de gasto tiene que pasar por reducir el tamaño de todas las administraciones: central, local y, sobre todo, autonómica.
Y hablando de autonomías, bien está que la economía y el paro sean lo que más preocupe a los españoles y por tanto a Rajoy, pero sólo hablar de eso es hurtar al debate algunos problemas que son casi tan acuciantes como el económico: la justicia (ni tocarla), la educación (de pasada), la enseñanza en castellano (y eso que habría sido una excelente réplica a la bobada de los ordenadores) o, evidentemente, el caso del 11-M, sobre todo tras dos días de importantes revelaciones periodísticas.
Pero a falta de una discusión más elevada, en el marrulleo parlamentario Rajoy ha estado mejor que Zapatero, no porque haya sido especialmente brillante, que en algunos momentos no lo ha hecho mal, sino porque la fuerza de los datos es tal que deja sin argumentos al más pintado. Además, Zapatero ha emprendido en sus réplicas una tarea de oposición a la oposición (¡y encima a la oposición de la pasada legislatura!) que creo que no le ha hecho ningún bien.
Estoy hablando, en cualquier caso, de mis percepciones personales, a éstas hay que añadir un par de elementos: por un lado y como ya he dicho, las propuestas de Zapatero que por muy malas que sean mañana merecerán honores de titular; por el otro, el grado de pelea que tenga ahora con el resto de grupos, porque si como se ha apuntado tras su intervención mañanera Zapatero y el PSOE se quedan solos y sin nadie que les apoye de una forma más o menos visible, lo que resta de año político hasta que se aprueben los PGE puede ser muy muy divertido para algunos, y una tortura chinoparlamentaria para los socialistas.
12 mayo, 2009
De(com)bate entre Zapatero y Rajoy
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1 comentario:
Lo mejor del día, la frase de Duran de CIU: "La loteria de Zapatero siempre toca; bien un pito o una pelota". Por lo demás el debate, al igual que Rajoy y Zapatero; aburren y aberran hasta la saciedad.
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