16 junio, 2009

Centro Nacional de ¿Inteligencia?

Una persona que vivía muy cerca del CNI me contaba un día un tiroteo que se había producido en la misma puerta de “la casa” de la Cuesta de las Perdices. Al parecer dos bandas de delincuentes que venían persiguiéndose en coche habían llegado justo a la entrada del Centro, lugar que estimaron apropiado para entablar la “balasera”.

Pero lo mejor no era esto, que ya resulta bastante chocante, sino que ante tal situación en lugar de un despliegue de acción, tiros y explosiones digno de una película mala de Tom Cruise la única respuesta de la institución de seguridad era una insistente llamada de megafonía que rogaba que no aparcasen en la puerta, algo así como: “Por favor, estacionen su vehículo lejos de la zona prohibida”.

Les cuento esta anécdota (de cuya veracidad no puedo responder al 100% pero que me llegó de primera mano) para que todos tengamos una perspectiva de cómo funciona nuestro servicio de espías, que es más o menos como funciona todo lo demás: de pena cuando no de risa. Mal vamos cuando, puestos a buscar un referente en el mundo de la ficción nuestro servicio secreto se parece más a una cosa con Maxwell Smart que a algo con James Bond.

Lo de hoy, sin ir más lejos, es una de las cosas más chuscas que se ha visto en los periódicos en los últimos años: que un equipo de espías se ponga a retocar una foto y no se les ocurra nada mejor que ponerle a uno la cabeza de otro que está dos metros más allá es una muestra de chapucería de primera división o, peor todavía, todo un plan medido para dejar en evidencia al jefe; y no sé si es peor que los servicios secretos sean chapucerillos o que vayan poniéndose trampas a sí mismos.

Y a todo esto, si yo fuera un alto cargo socialista la única afición que me permitiría practicar de forma intensiva sería el mus, que tal y como se están poniendo las cosas no conviene ir a cazar o a pescar, que al final siempre sale uno en los periódicos… aunque sea con la cabeza de otro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una frase hecha dice que cada país tiene el gobierno que se merece.
Lo malo es cuando también tiene la oposición, la judicatura, los espías, los artistas, la enseñanza, la sanidad, el ejército, los sindicatos, ... que se merece, como nosotros.

¡Desgraciada Ex-paña!

Anónimo dijo...

Miren que me paso el de Puerto Rico...

Juan Pedro Parrilla Hernández, el espía del CNI. Nombre o mote: Abdelrahman Parrilla. Cargo: algo así como responsable de la Mezquita de la Paja, fundada por él y su par de amigos (http://www.mezquitadepaja.org/). Sobrino de un cargo policial franquista en Cataluña, en su juventud fue un topo o infiltrado de la dictadura. Se infiltró en sectas (AMORC, gnósticos, satanistas) y partidos políticos para extraer información y cumplido el objetivo dinamitarlos desde dentro, reventarlos, creando foros y escisiones. Pero los topos o espías españoles como el tal Parrilla no tienen como targeta de presentación la prudencia. Cuando conoces a uno, accedes al perfil de veinte o treinta. Mal asunto, porque los datos corren de un lado para otro, se señalan espías y topos de medio pelo y otras policías o servicios de inteligencia más capacitados tecnológicamente que los españoles obtienen trabajadores gratis o se adelantan en las investigaciones. Esperamos y deseamos que la infiltración de Parrilla Hernández en el mundo musulmán, en un momento en que son tan necesarios estos trabajos, evite atentados terroristas en España, si eso es así se le puede perdonar todo, o casi todo, incluido ser un gilipollas en fase aguda.

José García dijo...

JUAN PEDRO PARRILLA HERNANDEZ, RUSO PAHER KAPLAN, VICENTE ALCOSERI, PROFESOR RAHMÁNICUS, AKBÁRICUS, DOGMÁTICUS y valla Vd., a saber cuantos seudónimos más, son todos el mismo personaje que, como ya dijimos anteriormente, desde hace años navega por la red haciendo de las suyas. Él escribe como un personaje y él se contesta a sí mismo haciéndose pasar por otro retroalimentando su patología. Ahora le descubrimos… ¿como musulmán? Nos preguntamos si continuará siendo Gran Maestre de alguna que otra orden satánica en la clandestinidad. En fin, es lo que tiene Internet que, verdad o mentira, todo cabe.