19 junio, 2009

Dos detalles positivos en un día triste

No estoy seguro de si es algo bueno o más bien malo, pero no logro acostumbrarme a noticias como la que hoy ha sacudido la redacción de Libertad Digital (y la de los demás medios de comunicación, claro) a eso de las 9,30 de la mañana.

Son días duros para ser periodista, hay pocas cosas tan desagradables como tener que dar este tipo de informaciones: conocer pocos datos al principio, buscar confirmaciones y datos durante horas, combatir la confusión y la desazón y, finalmente, acabar la jornada con la imagen en portada de alguien que ya no está y viendo en televisión rostros de dolor, de llanto y de rabia.

Sin embargo, y esforzándonos por sacar algo positivo de un día que sólo se puede definir como muy triste, tengo que decir que ha habido dos cosas que hoy me han producido una cierta satisfacción ya que no un consuelo: por un lado ver un lehendakari que ha hablado con justicia, con verdad y con sinceridad, sin esperar la nuez que caiga del árbol.

Y por otro ver un Parlamento Vasco en el que todo el mundo ha condenado la barbarie y el crimen, sin excepciones, sin hijos de puta que no sólo se nieguen a condenar un acto tan absolutamente condenable sino que se aprovechen del dolor ajeno para hacer un lamentable paripé político.

Me ha gustado mucho la intervención de Patxi López, un político que siempre me ha inspirado muy poca confianza pero del que tengo que reconocer que, desde las elecciones del pasado 1 de marzo, ha tenido un comportamiento y unas declaraciones bastante razonables.

Hoy ha sido uno de esos días y su breve discurso ha tenido la claridad y la contundencia que requería el caso y ha sido pronunciado con una sinceridad, o al menos transmitiendo una sinceridad, que hacía mucho tiempo que no se veía en la institución que hoy representa.

También me ha parecido emocionante ver que en el Parlamento Vasco no estaba Otegui, no estaban la nekanes, no había un Josu Ternera llegado a esa institución después de cometer o mientras ordenaba barbaridades como la que hoy han padecido Eduardo Puelles, su familia, sus amigos, sus compañeros y, aunque no sea comparable, todas las personas de bien que hemos sufrido con la noticia.

Son dos detalles, no nos alivian, pero quizá indican que algo está cambiando y que ese cambio puede ser importante.

PD.: Por supuesto, y aunque sé que de poco les servirá, no quiero terminar este artículo sin un recuerdo para la familia y los compañeros de Eduardo Puelles y sin decirles que, aunque hoy sea difícil de creer, no están solos.

1 comentario:

Alfredo dijo...

Para mí el terrorismo es un acto bélico que no puede limitarse a través de leyes y castigos sino que el terrorista tiene que tener toda la certeza de que no va a ganar, ni puede ganar, esa guerra.