04 febrero, 2004

Un gesto de caballero

Una de las cosas que me gusta del golf es que sigue siendo un juego de caballeros, en el buen sentido (no el clasista) del término.

Ayer disfruté con la repetición de la victoria de Miguel Ángel Jiménez en el Jhonny Walter Classic, un torneo del Circuito Europeo y, sobre todo, con el espectáculo de deportividad y caballerosidad que dieron tanto el ganador, como el jugador que hasta el penúltimo hoyo le disputó el triunfo y que, finalmente, cayó derrotado: Thomas Björn.

Es tradición que en un torneo ya decidido el ganador entre en solitario en el último green para recibir el aplauso del público que allí se agolpa. En esta ocasión los dos jugadores se acercaban a éste último green caminando juntos, y unos metros antes Björn intentó pararse para seguir esta tradición. Sin embargo, Jiménez le empujo a seguir a su altura y recibir así, juntos, el aplauso del público.

Era un merecido premio simbólico a un caballero y un gran jugador como Björn, pero me pregunto es qué otro deporte se podría esperar algo así o algo como el sincero abrazo – no apretón de manos – con el que el perdedor felicitó al ganador.

¿Se imaginan a los jugadores de un equipo de fútbol pidiendo a sus rivales derrotados que les acompañen en la vuelta de honor? A mí, desde luego, se me hace muy difícil.

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