24 marzo, 2004

¿Asesinar al asesino?

En una operación militar el ejército de Israel ha matado al jeque Ahmed Yasín, fundador y “guía espiritual” de Hamas (lo de espiritual no lo acabo de entender, lo de guía supongo que será porque guiaba a sus fieles hacia el lugar en el que se tenían que autoinmolar, llevándose por delante al mayor número de inocentes, claro).

El tal jeque era uno de los personajes más siniestros del terrorismo islámico, responsable directo de un número indeterminado de muertes (en la prensa española es difícil encontrar cifras al respecto, que curioso) y representante de la facción más fanática y despreciable del Islam.

En definitiva, un tipejo de lo más repugnante y sin el cual la calidad del mundo ha subido varios puntos.

Dicho esto, ¿es justificable su asesinato?

La cuestión es más compleja de lo que parece a simple vista. Por una parte, es obvio que un estado que se dice de derecho no puede matar sin más a un ciudadano, por horribles que sean sus crímenes, sin haberlo juzgado previamente de acuerdo a unas normas y con una serie de garantías.

Por otra parte, en una situación de guerra (y como guerra definen los propios fanáticos palestinos su conflicto con Israel), es lógico eliminar las “piezas fundamentales” de tu enemigo, por ejemplo, ¿quién habría estado en contra de una operación que hubiese eliminado a Hitler en el año 42?

Creo que es muy sencillo llorar desde la vieja Europa las lágrimas de cocodrilo del estado de derecho, pero quizá yo mismo en la posición de Sharon habría enviado a mis helicópteros a terminar con el anciano que, semana tras semana, dirigía a los suicidas a asesinar a mis conciudadanos.

¿Es eso una justificación? No, no lo es, pero no quiero ser yo quien tire la primera piedra, no me siento con fuerzas.

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