Como ya anuncio en pleno furor promisorio electoral (“Más gimnasia y menos religión”) el nonato gobierno del PSOE pretende desnaturalizar la asignatura Religión haciéndola no evaluable. Además, y esto me parece infinitamente más grave, se va a suprimir la alternativa que había puesto en marcha el gobierno saliente y que era algo así como un “estudio del hecho religioso”.
Vaya por delante que me considero “ateo practicante”, es decir, que mi opinión en este tema no está relacionada con mi adscripción a alguna religión en particular, sino que me mantengo al margen de cualquier tipo de iglesia, ya adore ésta a Yaveh, Alá, Krisna o el becerro de oro (y será eso lo que influirá en mi forma de pensar, por supuesto, no pretendo “ir de puro”).
Dicho esto, encuentro normal y razonable que en un estado laico las escuelas no sean centros de adoctrinamiento religioso, es decir, me parece que la labor de “misionero” deben cumplirla los sacerdotes, frailes y demás profesionales del tema (y los laicos que así lo deseen, que también para eso estamos en país libre) en sitios ad hoc como las iglesias y los centros parroquiales o en el propio hogar del individuo si éste lo desea, pero siendo la religión algo correspondiente al ámbito más privado del ser humano no me parece que deba tener su espacio en los colegios.
Sin embargo, mi propia forma de pensar no me lleva a negar la importancia del hecho religioso. Un porcentaje altísimo de la humanidad cree en cualquiera de las distintas formas que le hemos dado a la divinidad y, como no puede ser de otra manera, organizan sus escalas de valores, sociedades, sistemas políticos e incluso su forma de vestir y comer alrededor de esa idea de un Ser Superior. Yo mismo, que no puedo creer en la existencia de nada más allá de la muerte, he sido educado en el cristianismo y esto afecta decisivamente a mi forma de ser y pensar, aunque no comparta ningún aspecto básico del dogma.
Negar la importancia de las religiones en el mundo es, por tanto, un acto de voluntariosa ceguera y de un sectarismo e incultura descomunales. Una sociedad laica no es aquella que niega la existencia de la religión, sino aquella que no favorece a unas sobre las otras y en la que el estado no toma partido por una confesión concreta. Esto tampoco quiere decir, obviamente, que los poderes públicos deban cerrar los ojos a las realidades sociales evidentes: España es un país mayoritariamente cristiano y por eso, por ejemplo, el funeral por las víctimas del 11 M se celebró en una iglesia y no en una mezquita. La situación en Marruecos habría sido, lógicamente, la inversa.
En definitiva, lo que quiero decir es que la importancia del hecho religioso es enorme en todo el mundo, y que nuestro sistema educativo va a volver a ignorarlo por completo: criaremos generaciones de españoles que tendrán una enorme laguna cultural que les impedirá entender lo que ocurre en buena parte del planeta. Primero el sectarismo de una parte y más tarde el sectarismo de la otra nos han impedido a muchos tener esa formación que considero primordial.
Con la vuelta de esta progresía vacua y sectaria al poder perdemos una nueva oportunidad. Y lo que más me jode (con perdón) es que tiran piedras contra el que se supone que es su propio tejado: lo peor que les puede pasar a las religiones es que la gente las conozca bien.
26 marzo, 2004
Enseñanza laica y religión
Posted by Unknown at 10:58 a. m. Menéame
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