25 marzo, 2004

Esos simpáticos coleguillas de Hamas

Reflejan los periódicos una noticia que me parece especialmente escalofriante, aun cuando se ha producido en un entorno en el que ya hay poco espacio para más sorpresa o más espanto: han detenido a un niño palestino con un cinturón de explosivos alrededor de su cuerpo.

Es el segundo caso que se da en pocos días y, según los datos del Ministerio de Defensa israelí, desde el inicio de esta Intifada 29 menores de edad han perpetrado distintos tipos de ataques suicidas.

La noticia resulta todavía más horrenda para mí, ya que según la edición impresa del ABC el niño sufría algún tipo de retraso (las fotos que he visto de él parecen reafirmar este extremo).

Este es el comportamiento y la ética de los amigos del jeque Yasín y esa fue su trayectoria vital. Y eso es lo que bendice Yaser Arafat cuando decreta tres días de duelo por la muerte de semejante bazofia humana.

Qué lástima me da el pueblo palestino: abandonado a su suerte, encabezado por una pandilla de psicópatas y corruptos y obligado a matarse con un enemigo mucho más fuerte que él.

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