Hace unos días el intrépido viajero de Lonely Planet nos invitaba en La 2 a conocer Camboya. El reportaje transcurría a través de paradisíacas playas, templos increíbles como los de Angkor Vat, una cultura milenaria y un pueblo agradable y hospitalario que se empieza a abrir al turismo. Sin embargo, de repente el tono cambió radicalmente: estábamos en uno de los campos de la muerte que el régimen de los Jemeres Rojos instaló, por cientos, en territorio camboyano.
Los Jemeres Rojos son, en mi opinión, la sublimación del totalitarismo comunista del S. XX. Tienen en su penoso haber el que creo que es el récord genocida de todo el mundo: en 6 años exterminaron a unos dos millones de personas, no es una cifra comparable a la de amigos del hombre como Mao y Stalin, pero en porcentaje supuso el final del 25 % de la población de su país, como digo, todo un record.
Los rasgos de la masacre son similares a los de cualquier otro régimen de corte totalitario y socialista, que por desgracia han sido muchos en el pasado siglo: en primer lugar todo queda supeditado al grupo, valor supremo que en unas ocasiones se identifica con clase social, etnia o raza, adscripción religiosa como vemos ahora y, en las más refinadas formas de totalitarismo, una amalgama de varios de estos elementos.
Una vez el grupo es lo más importante desaparece el individuo como sujeto de derechos, empezando por la propiedad privada y terminando por la propia vida: en virtud de la pureza del grupo los individuos que no pueden ser “reeducados” son eliminados.
Este proceso de se ha repetido en todos los regímenes socialistas del S XX. La diferencia ha sido el grado de “perfeccionamiento”, es decir, de implacabilidad en el exterminio. Pero más allá del grado de horror en todos los casos han producido los mismos resultados: pobreza, eliminación absoluta de las libertades, exilio masivo de ciudadanos y cárceles y ejecuciones políticas.
Frente a una efectividad del horror en el 100 % de los casos, la ideología que sustenta este proceso sigue reivindicada por mucha gente y, si bien ya no hay fotos de Stalin y Mao en las manifestaciones, continuamos soportando como símbolos al Che o al Coma-andante Fidel, amén de que existen partidos políticos que en sus siglas y sus planteamientos siguen reivindicando esta forma cuasi perfecta de totalitarismo que es el comunismo, mientras que al mismo tiempo se les llena la boca de palabras como democracia y libertad.
¿Ustedes lo entienden? Yo, desde luego, no.
07 abril, 2004
El horror y el error
Posted by Unknown at 11:50 a. m. Menéame
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