18 mayo, 2004

El velo

Aunque afortunadamente no son muchas, viajando por Egipto se puede ver a bastantes mujeres con ese atuendo que comúnmente conocemos como “velo islámico” (aunque muchas personas lo confunden con la tristemente famosa Burka no es exactamente lo mismo).

Antes que nada, una aclaración, me referiré como velo al atuendo que cubre todas y cada una de las partes del cuerpo de la mujer y especialmente el rostro, dejando tan sólo una pequeña rendija para los ojos. Así, no hablo del pañuelo anudado en la cabeza que también usan muchas mujeres pero que permite ver todo su rostro y que he visto combinado con prendas tan poco “islámicas” como unos ajustados pantalones vaqueros. Sé que no es una definición muy científica pero nos servirá, al menos, para entendernos.

Las mujeres veladas, por el contrario, no portan otra cosa que no sea su inmenso andamiaje de telas, en la mayor parte de las ocasiones negras (en un país en el que el sol pega con una fuerza tremenda desde las 11 de la mañana), así como unos guantes también negros de forma que ningún retazo de piel quede expuesto, por pequeño que sea.

Por decirlo de una forma resumida, el pañuelo me parece discutible, el velo inadmisible.

Me explico. No me gusta el pañuelo porque es, claramente, una imposición religiosa y pseudo cultural que una parte de la sociedad, los hombres, hace a la otra, las mujeres. Se me objetará que en la sociedad occidental también es distinta la forma de vestir de unos y otras pero la realidad es que, si bien con prendas distintas, al final nuestro código social considera lícito mostrar las mismas partes de la respectiva anatomía y la mayor diferencia es, si acaso, que la mujer tiene más libertad para jugar con su propio cuerpo y verse favorecida (y aunque algunas pueden ver este juego como una tiranía, también son libres de no entrar en él).

En la sociedad musulmana, sin embargo, las mujeres se ven obligadas o quizá “sólo” empujadas por la tradición y la comunidad a ocultarnos algunas partes de su cuerpo que los hombres no tienen problema alguno en mostrar. Además, esto no se circunscribe a determinadas ceremonias, sino que se extiende a absolutamente toda la vida social de la mujer, lo que me parece que es una forma clara y evidente de discriminación: cuando algo debe ocultarse es porque no es digno de ser visto.

En cuanto al velo, burka o similar es, como digo, sencillamente inadmisible. Pensaba esto antes de haber visto a ninguna mujer así vestida, ahora estoy todavía más convencido. Cuando una mujer se cubre totalmente desaparece por completo de la vida social. Su “decisión personal”, tomada sin ninguna libertad por supuesto, la excluye como ser humano, se convierte en un fantasma con el que no se habla, que no se relaciona, que en suma, no existe ya que ¡ni siquiera se la puede mirar!.

¿Puede haber una forma más refinada y perfecta de represión?

Las mujeres veladas no hablan con nadie, en rarísimas ocasiones se las ve solas, si entran a un restaurante (acompañadas de su marido o un familiar, por supuesto) se sientan en un rincón poco visible y de cara a la pared, no están en los transportes públicos, no están en los lugares públicos, no pasean...

No hace mucho toda Francia se ha metido en viva polémica al prohibir el gobierno el uso del velo (y de otros símbolos religiosos) en los colegios. No sólo estoy de acuerdo con esa prohibición, sino que creo que debería prohibirse el velo sin más, igual que prohibimos la ablación del clítoris. Cómo ésta, el velo es una agresión directa a la mujer, quizá no física, pero que la despedaza completamente en un área como las relaciones sociales inherente y fundamental para el ser humano.

¿Tradición? No señores, vejación

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