17 mayo, 2004

La Boda

Ya sé que no debo, que voy a quedar a la altura del betún, que por ahí no, que voy a parecer el camarada Llamazares, que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, en suma, que el desprestigio va a caer sobre mí, pero no puedo silenciar en mi interior durante más tiempo el grito que me desgarra el alma: ¡¡¡ESTOY HASTA LOS HUEVOS DE LA BODA REAL!!!

Y es que si hay algo que llevo mal es el papanatismo monárquico en el que nos hemos sumergido de forma colectiva hasta el cuello. Desde hace unas semanas todo lo que se oye en la radio, se lee en los periódicos o se ve en la televisión rezuma el suficiente almíbar como para hacer millones de toneladas de melocotón en conserva.

Algunos “jaiglaits” o momentos estelares:

La cancioncilla de Nacho Cano (estos hermanos se creen que algo es música clásica por el mero hecho de que no lo cante Ana Torroja) y, sobre todo, sus declaraciones sobre el estreno y sobre lo bonita que era la historia de amor entre los futuros (¿?) Reyes.

Las pinturas de la Almudena inauguradas para tan magno evento, ¿es qué nadie se ha dado cuenta de que además de un plagio y de estar más anticuadas que las bicicletas con la rueda delantera grande son espantosas? Pues parece que no.

Los comentarios sobre el fin de semana de la pareja por tierras danesas. Frases como “Doña Letizia aprueba con sobresaliente su presentación ante la realeza europea”. Joder, con lo duro que era el examen: pasear la buena figura que Dios le ha dado embutida en unos vestidos que pagamos entre todos. Para hacer de modelo yo me hubiera llevado a Martina Klein que está bastante más buena (o a la Sanum, que tampoco estaba mal).

Los cartelitos colocados en absolutamente todos los comercios de Madrid aludiendo al histórico evento (histórico cómo la batalla de las Navas de Tolosa, vamos) y el espantoso “merchandaisin” que he podido ver en la televisión.

Aunque todavía no hemos podemos disfrutarla al completo parece ser que la iluminación especial de los principales monumentos de la capital promete: tonos fucsias, rosas y azules. Que san Judas Tadeo nos proporcione un apagón como Dios manda.

La verdad, me indigna que seamos tan paletos. A estas alturas de S XXI somos un país, un continente vaya, al que se le hace el culo gaseosa en cuanto ve una corona y algo que le puedan vender como una reedición de la bella durmiente o las películas de Sisí. Patético.

No creo que en el esquema de democracia más o menos liberal y capitalista en el que nos movemos, con derechos consustanciales a la ciudadanía y la propia condición de ser humano, la monarquía tenga utilidad alguna. Además, me parecen un mal ejemplo: gente que es lo que es desde la cuna, independientemente de su capacidad y esfuerzo. En definitiva, algo antiguo e inútil. Sin embargo, un pequeño grupito de familias europeas sigue manteniendo un estatus y un poder que, aunque afortunadamente son mucho menores que los de sus antepasados, están muy por encima de sus propios méritos.

Y encima, cuando hacen pública exhibición de su riqueza con un despliegue infame de joyas, vestidos, coches, decoraciones, vajillas, banquetes... que provienen normalmente de los impuestos que pagamos todos nosotros, en lugar de caérseles a ellos la cara de vergüenza se nos cae a nosotros la baba.

Ahora, eso sí, luego todos somos muy progres, muy monárquicos pero muy progres. ¿Alguien es capaz de atarme esa mosca por el rabo?

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