27 mayo, 2004

Las pinturas de La Almudena

Ha estallado la polémica en el mundo del arte. La sociedad, traumatizada, se debate entre los pro y los anti Kiko Argüello como en tiempos se era de Belmonte o de Joselito, bueno, quizá no tanto.

A lo que íbamos, el caso es que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF) ha emitido un comunicado en el que “deplora” las pinturas de la Catedral de la Almudena que ha realizado Kiko Arguello. Personalmente, las pinturas me parecen francamente detestables por razones que no vienen al caso, pero todavía más deplorable me parece el edificio en sí (Alá confunda al su arquitecto, el Sr. Chueca-Goitia, responsable de construir la catedral más fea de España en el solar más valioso y destacado de la capital), y curiosamente respecto a eso los miembros de la RABASF no dijeron nada. Del mismo modo, las esculturas de la fachada de la pasión de la Sagrada Familia, perpetradas por Josep Maria Subirachs son para que alguien sea condenado a muerte (y si no vean al Cristo crucificado con una bolsa de papel en la cabeza), pero respecto a eso también han guardado los académicos, que yo sepa, respetuoso silencio.

En resumen, piensa uno que la misión de una institución como la RABASF no es criticar cada obra que se inaugure en un espacio más o menos relevante, entre otras razones porque no iban a dar abasto, y con toda lógica no suelen hacerlo. Siguiendo con esta desgraciada costumbre de pensar (no se preocupen, lo estoy dejando, ya sólo lo hago de vez en cuando) llega uno a la conclusión de que se le da caña al Sr. Argüello porque no es de la cuerda que corresponde.

En varios ámbitos del mundo de “la cultura” hay una serie de señores que deciden qué es lo que está “in” y lo que está “out”. Podemos verlo muy claramente en el cine, el teatro o la literatura y ahora se traslada o se manifiesta esta conducta también en la pintura. Pero como el arte, ay, es en esencia algo muy subjetivo resulta que el juicio del tribunal inquisitorial es por naturaleza difuso y tiene que acogerse a otros “criterios”, siendo el principal: ¿es de los nuestros?

El Sr. Argüello resulta que es un ferviente católico e incluso ha creado una especie de corriente dentro de la Iglesia, no es de los suyos. Tampoco es que sea de los míos, desde luego, pero como lo que pinte él y lo que decida la Santa Madre Iglesia (de la que no me considero parte) no es asunto mío, allá cada cual. Por supuesto, como ciudadano puedo tener mi opinión, pero no se me ocurre montar la Real Academia de la Inquisición para dar cera a los que, además de pintar mal, cometan el terrible pecado del no-progresismo.

Que manía que tienen con los Comités de Salud Pública, es que en cuanto te descuidas te depuran.

Y están de un crecido...

PD.: Las declaraciones del Sr. Argüello diciendo que las críticas son "obra del demonio", para mearse de risa.

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